Hace un tiempo hablamos del cerebro de los taxistas de Londres y nos enteramos que su cerebro, en concreto el hipocampo, cambiaba según aprendían las direcciones de las 25000 calles de de su ciudad y planificaban los recorridos cuando se montaba un cliente en su coche. Y resulta que ahora, nos cuentan Allyson Mckey y sus colegas de la Universidad de California en Berkeley, que a los abogados les pasa algo parecido. Los aspirantes a Licenciados en Derecho, en Estados Unidos, tienen que superar un examen de ingreso para entrar en la Facultad de Derecho. El examen se llama LSAT (en inglés, Law School Admission Test) y consta de tres grandes apartados: juegos lógicos, razonamiento lógico y comprensión lectora (un ejemplo de este test en http://www.lsac.org/jd/pdfs/SamplePTJune.pdf).
Los autores trabajan con 25 voluntarios, de ellos 14 son mujeres y su edad media es de 21.4 años. Están preparando el LSAT y pasan dos escaners de su cerebro, con unos 90 días de media entre uno y otro, al principio y el final del periodo de tres meses que dura el seguimiento que les hacen mientras estudian.
La capa más interna de nuestro cerebro, que se llama sustancia blanca, no tiene cuerpos de neuronas sino prolongaciones de estas células que conectan diferentes zonas del cerebro. Y es esta sustancia blanca la que cambia en los voluntarios en esos tres meses de preparación del LSAT. Los cambios se detectan en la conexión entre las cortezas de los lóbulos frontales y en la conexión entre los lóbulos frontales y parietales. Según los autores, estas áreas del cerebro, ahora mejor conectadas por la intensa preparación para el examen, son las encargadas del razonamiento. En fin, que el cerebro, con entrenamiento y dedicación, cambia y su estructura y, en consecuencia, su función, puede, por tanto, mejorar. O sea que, a pesar de lo que creemos sobre la inevitabilidad de nuestra manera de pensar, también en un adulto se puede mejorar la capacidad de razonar.
*Mackey, A.P., K.J. Whitaker &S.A.Bunge. 2012. Experience-dependent plasticity in white matter microstructure: reasoning training alters structural connectivity. Frontiers in Neuroanatomy DOI:10.3389/fnana.2012.00032