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Eduardo Angulo Pinedo

La biología estupenda

Dulce infancia

Para mi prima Claudia que el verano pasado afirmó que lo dulce gusta a los niños, lo amargo a los mayores y que, si era necesario, presentaría pruebas científicas para demostrarlo. Claudia, aquí llega la ciencia para apoyarte. Va por ti.

 

No nos engañemos, el deseo humano por lo dulce alcanza a todas las edades, razas y culturas. Como ejemplo y, en general, se puede afirmar que así será nuestro futuro, nos puede servir Estados Unidos. Adam Drewnowski y su grupo, de la Universidad de Washington en Seattle, nos cuentan como, de la energía que toman de la dieta los estadounidenses, el 15.9% son azúcares en niños de 2 a 5 años y del 18.6% en los de 6 a 11 años. No hay que olvidar que el dulce relaja a los bebés e, incluso, les provoca la sonrisa. Además, tiene efecto analgésico y calma el dolor. Estos azúcares van en refrescos (bebidas dulces) y en leche con sabores. Después de los 11 años, en la adolescencia, sigue el consumo de refrescos y se añaden jarabes, pastelitos, galletas y demás. Después de la adolescencia, en la vida adulta, baja el consumo de azúcar.

En la evolución se ha seleccionado el consumo de alimentos dulces en la infancia como una conducta necesaria  para obtener energía y nutrientes esenciales. Los niños nacen poco desarrollados y necesitan crecer y, para ello, los alimentos dulces proporcionan gran cantidad de energía. Es la base biológica de nuestro gusto por lo dulce aunque, quizá, en una sociedad sobrealimentada como la nuestra, ha perdido su importancia.

Pero, como siempre, la base biológica de nuestra conducta es fuerte y la preferencia por lo dulce en los niños sigue vigente. Por ejemplo, Julie Menella y sus colegas del Centro Monell de Sentidos Químicos de Philadelphia, han estudiado el gusto por el dulce y las grasas en niños y en sus madres. Son 84 niños, de5 a10 años, y sus 67 madres, los que eligen las concentraciones de azúcar y grasa en pasteles y de azúcar en agua por el método de la elección entre dos opciones. Además, clasifican los pasteles por su textura, cremosidad y dulzura. Pues bien, los niños prefieren los pasteles más dulces y con menos grasa que sus madres. Ya ven, los niños gustan más del dulce que los adultos.

Un segundo ejemplo sobre el dulce y los niños se puede extraer de los datos obtenidos por el IDEFICS (en inglés, IDentification and prevention of dietary and lifestyle induced health EFects In Children and infantS), un estudio financiado por la Comisión Europea. En la publicación de Lauren Lissner y su grupo, de la Universidad de Gothenburg, en Suecia, nos cuentan que los datos de IDEFICS se obtuvieron entre septiembre de 2007 y junio de 2008 en Italia, Estonia, Chipre, Bélgica, Suecia, Alemania, Hungría y España, con encuestas a niños de 2 a 9 años de edad. En total son 15144, con el 49% de chicas, y de España son 1467 niños.

Los autores relacionan dieta y tiempo ante la televisión. Tienen tres indicadores sobre la televisión: tiempo de los niños viendo la televisión; si ven la televisión durante las comidas; y, finalmente, si tienen televisión en el dormitorio. Cuando ven la tele, el 57.2% de los niños y el 56.5% de las niñas comen algo y prefieren alimentos ricos en grasa y, sobre todo, ricos en azúcar, los dulces en definitiva. También se demuestra que existe una relación estrecha entre los alimentos ricos en azúcar y la obesidad. Ya ven, una conducta seleccionada por la evolución para que nuestras indefensas crías salgan adelante, en nuestra sociedad, se ha convertido en un posible peligro para su salud. Niños, ya sabéis, ver la tele, pero que sea sin dulces.

 

 

*Drewnowski, A. y 3 colaboradores. 2012. Sweetness and food preferences. Journal of Nutrition 142: 1142S-1148S.

*Lissner, L. y 16 colaboradores. 2012. Television habits in relation to overweight, diet and taste preferences in European children: the IDEFICS study. European Journal of Epidemiology DOI:10.1007/s10654-012-9718-2

*Menella, J:A., S. Finkbeiner & D.R. Reed. 2012. The proof is in the pudding: children prefer lower fat but higher sugar than do mothers. International Journal of Obesity doi:10.1038/ijo.2012.51

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Por Eduardo Angulo

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