Según la Real Academia, chismorrear es compartir alguna “Noticia verdadera o falsa, o comentario con que generalmente se pretende indisponer a unas personas con otras o se murmura de alguna”. En el chismorreo, como se ve, jugamos con la reputación de las personas, esa reputación que nos hace confiar en unos y ser precavidos con otros. Además, es la reputación de sus miembros lo que sostiene una sociedad y le da cohesión por la confianza de unos con otros. Las informaciones que se tienen sobre cada miembro y que son la base de la reputación de cada uno de ellos, tienen que trasmitirse de alguna manera dentro del grupo, y uno de los métodos de trasmisión es el chismorreo nos vienen a decir Matthew Feinberg y sus colegas de la Universidad de California en Berkeley.
Por supuesto, plantean una definición diferente a la que hemos visto da la Real Academia aunque, en el fondo, son lo mismo. Para Feinberg, el chismorreo es compartir información negativa de alguien que no está presente. Añaden que lo habitual es considerar el chismorreo como antisocial y con contenidos triviales, sin importancia, pero que, si ayuda a resolver problemas de cooperación dentro del grupo, entonces se convierte en lo que llama chismorreo prosocial. Lo definen como compartir información negativa sobre alguien con la intención de prevenir y proteger a otros de una conducta antisocial o explotadora.
En sus experimentos, con 52 universitarios como voluntarios, los investigadores de Berkeley provocan que escuchen que una persona, en realidad un miembro del equipo, va a perjudicar a alguno de los voluntarios en una inversión de dinero. Después, a la mitad de los voluntarios se les da la opción de que cuenten lo que saben a las personas que se pueden ver perjudicadas. Todos menos uno lo cuentan. A la vez, se les pregunta sobre cómo se sienten y se mide su frecuencia cardíaca.
Pues bien, el cotilleo hasta tiene una base fisiológica y psicológica. Escuchar que algo puede ir mal baja el ánimo, aumenta el estrés y acelera los latidos del corazón. Por el contrario, chismorrear, es decir, contar lo que se sabe, relaja, alivia y baja la frecuencia cardiaca. Además, los que cotillean declaran que su intención al contar lo que saben es contribuir a que no hay perjuicios a otros. Comparte información sobre la reputación de personas que no contribuyen a la cohesión del grupo. Los que cotillean prosocialmente tienen como objetivo ayudar a la cooperación y buen funcionamiento del grupo. Y, que más se puede pedir si también nos alivia el ánima, nos relaja y elimina el estrés y calma nuestro corazón. Ya saben, a chismorrear que es sano.
*Feinberg, M. y 3 colaboradores. 2011. The virtues of gossip: Reputational information sharing as prosocial behavior. Journal of Personality and Social Psychology DOI:10.1037/a0026650