Me han pedido que cuente la historia de Annalisa Meyer, de Nueva York. Y esta es su historia, la de una joven estudiante de la Universidad de Columbia que creyó que se estaba volviendo loca. Dificultades en el habla, espasmos, movimientos bruscos e incontrolados, olvidos, confusión, todos síntomas de una enfermedad desconocida hasta que, en 2007, la describió el médico catalán Josep Dalmau, de la Universidad de Pennsylvania en Philadelphia. Su especialidad es la neurooncología y le interesan los cambios de conducta en los enfermos de cáncer. Entre sus pacientes había, antes de 2007, 12 mujeres, de 14 a 44 años, con teratoma ovárico y con similitud de conductas que le llamaron la atención.
En un análisis de anticuerpos en el fluido cerebroespinal, todas ellas dieron positivo al anticuerpo contra el receptor del N-metil-D-aspartato (NMDAR son las siglas en inglés). Este receptor es una proteína de la membrana que se une al N-metil-D-aspartato, un derivado sencillo de un aminoácido, y que se encuentra, sobre todo, en las neuronas del hipocampo, en nuestro cerebro. Dalmau se pregunta como es que, en estas pacientes con teratoma ovárico y conducta modificada, aparece en su sangre este anticuerpo contra una proteína de la membrana de neuronas del cerebro. Lo primero es que esas neuronas y esa proteína son del propio cuerpo de la paciente y, si aparece un anticuerpo contra ella, es un error del sistema inmune y se provoca lo que se llama una enfermedad autoinmune.
Vayamos por partes. Primero el teratoma. Es un tumor (el término teratoma procede del griego “tumor”) de origen embrionario, o sea, de células poco diferenciadas y que, por eso mismo, pueden dar lugar a células de cualquier parte del cuerpo. En teratoma ovárico se han encontrado cartílago, hueso, músculo, neuronas e, incluso, algún ojo o una mano. Lo importante en este caso es que aparecen neuronas. Si el sistema inmune se equivoca y produce anticuerpos contra esas neuronas podría ser la causa de la aparición del anti-NMDAR en la sangre. Es lo que afirma Dalmau. Primer paso, ya tenemos el anticuerpo en la sangre.
Pero la sangre y el interior del cerebro están separados por una barrera física. El cerebro tiene muchos conductos sanguíneos (si se rompe alguno de estos vasos se produce el típico derrame cerebral) que llevan nutrientes y retiran desechos del metabolismo cerebral. Pero entre cerebro y sangre está la barrera hematoencefálica que se encuentra, sobre todo, en la pared de los capilares sanguíneos. Dalmau dice que, si esa barrera falla, el anticuerpo anti-NMDAR puede entrar al cerebro y atacar las neuronas que tengan el receptor y esta destrucción de neuronas es la que provoca los cambios en la conducta de la enfermas. Es la encefalitis autoinmune. Es la enfermedad de Annalisa Meier. Es su historia, y la de un médico, Josep Dalmau.
Hay esperanza. En otro trabajo publicado en 2009, con 81 pacientes, Dalmau asegura que el 75% de las enfermas se recuperan mucho o totalmente tras la extracción quirúrgica del tumor o por inmunoterapia.
*Dalmau, J. y 14 colaboradores. 2007. Paraneoplastic anti-N-methyl-D-aspartate Receptor encephalitis associated with ovarian teratoma. Annals of Neurology 61: 25-36.
*Florance, N.R. y 13 colaboradores. 2009. Anti-N-Methyl-D-Aspartate Receptor (NMDAR) encephalitis in children and adolescents. Annals of Neurology 66: 11-18.