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Eduardo Angulo Pinedo

La biología estupenda

Más música

Ante el dolor, un remedio casero para suavizarlo es encontrar algún tipo de distracción. Exagerando, es lo que dice la sabiduría popular con aquello de un dolor mata otro dolor. Aquí vamos a tratar una distracción que alivie el dolor. Por ahora no vamos a ir más allá.

Sin embargo, David Bradshaw y su grupo, dela Universidad de Utah en Salt Lake City, nos avisan de que el dolor y su alivio no son temas fáciles de investigar pues varían mucho de unas personas a otras, además de tener, el dolor y el aguantar el dolor, demasiados componentes subjetivos. Y, por si fuera poco, si se aplica una distracción para aplacar el dolor, también hay que tener en cuenta la atención que se preste a la distracción, lo que supone otra característica subjetiva más. Con esto en mente, Bradshaw propone un experimento relativamente sencillo para comenzar a entender este asunto del dolor y su alivio.

Participan 143 voluntarios, de ellos 70 son mujeres, todos mayores de 18 años, que deben escuchar música muy sencilla, del tipo de canciones infantiles tocadas con un ordenador y con variantes de velocidad y cambios de tono. Parte de los voluntarios escucha la música más sencilla como música de fondo mientras que otro grupo de voluntarios escucha variaciones de la misma canción y debe decir qué es lo que cambia. A la vez, reciben estímulos dolorosos por medio de un electrodo aplicado a un dedo de la mano izquierda. La respuesta al dolor se mide por la actividad eléctrica del cerebro, la conductividad de la piel y por la dilatación de la pupila. Los estímulos eléctricos en el dedo son de tres intensidades. También se mide el grado de ansiedad de los voluntarios ante el estímulo doloroso que saben van a experimentar.

Cuando los autores analizan los resultados observan que se alivia el dolor, que se siente menos dolor, cuando escuchan música las personas con el grado de ansiedad muy alto y, también, cuando están más implicados en la distracción que, en este caso, es cuando deben atender a la música para detectar variaciones en la interpretación, cuando prestan más atención a la distracción. En este caso, los centros del dolor del cerebro presentan menor actividad. Es como si la música utilizase vías sensoriales hacia el cerebro que compiten con las vías del dolor y, a mayor atención a la música, menos lugar hay para el dolor. En resumen, que la música provoca un compromiso de atención, emocional y cognitivo que reduce la atención al dolor.

 

*Bradshaw, D.H. y 4 colaboradores. 2011. Individual differences in the effects of music engagement on responses to painful stimulation. Journal of Pain 12: 1262-1273.

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Por Eduardo Angulo

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