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Eduardo Angulo Pinedo

La biología estupenda

Miradas

Cuando hablamos con otro, cara a cara, nuestros gestos son bastante previsibles y, en general, le miramos el rostro y buscamos sus ojos, aunque siempre hay, como dijo alguien que no recuerdo y lo siento, quien a ese loro que no tenemos en el hombro. Nuestra interacción con los otros, nuestra integración en el grupo, nos obliga a seguir la mirada de nuestro interlocutor, a conocer que le interesa y a iniciar, si es necesario, una acción conjunta. O sea, que miramos hacia donde mira aquel con quien hablamos. Ya lo hacen los bebés de tres meses y ayuda a su relación con sus padres y con los otros miembros del grupo. Sin embargo, no todas las personas siguen de la  misma manera y con la misma intensidad la mirada del otro. Por ejemplo, lo hacen menos los que presentan síntomas de autismo o, en general, los hombres menos que las mujeres. Y Michael Dodd y su grupo, dela Universidadde Nebraska en Lincoln, han publicado un estudio experimental sobre esta variabilidad en seguir la mirada de la persona con quien hablamos.

Trabajan con 72 voluntarios, todos estudiantes universitarios, entre ellos 44 mujeres. Se colocan ante la pantalla de un ordenador en la que aparece un rostro esquemático, similar a un emoticón, con ojos pero sin pupilas. Permanece así durante 750 milisegundos y entonces aparecen las pupilas dirigidas hacia la izquierda o hacia la derecha y, finalmente, aparece un pequeño círculo negro a la izquierda o a la derecha del emoticón. En ese momento, tan rápido como sean capaces, los voluntarios deben apretar la barra de espacio del teclado del ordenador. Así se mide su velocidad de respuesta y esa velocidad será mayor o menor si el voluntario mira a la derecha o a la izquierda del emoticón. Por ejemplo, si el emoticón mira a la izquierda y el voluntario sigue su mirada y el círculo negro aparece a también a la izquierda, la velocidad de respuesta será baja (siempre a nivel de milisegundos. En cambio, si el voluntario no sigue las pupilas del emoticón y mira a otra parte, la velocidad de respuesta será mayor. De esta manera se puede cuantificar cuántos de los voluntarios siguen la mirada del emoticón, o lo que es lo mismo, de su interlocutor.

En su afán por relacionar las diferentes respuestas que encuentran, Dodd y sus colegas hacen varias encuestas a los voluntarios sobre su ideología política e, incluso, les preguntan directamente sobre ello. Y, cuando relacionan la ideología política con sus respuestas a la mirada del emoticón, encuentran que los liberales (en el sentido de Estados Unidos, algo así como centro progresista muy tenue, me parece) siguen la mirada del emoticón mucho más que los que se declaran conservadores (ídem a la anterior, algo así como muy derechas para los europeos). Para los autores es evidente que la ideología política condiciona la respuesta a la mirada del otro. Esto es un hecho que han medido en el experimento y han relacionado después por métodos estadísticos aceptados. Pero ahora vienen las interpretaciones sobre la razón de estos resultados.

Los autores sugieren que los liberales, por su propia ideología, son más sensibles, más empáticos, más atentos a la conducta de los demás y a sus necesidades. Y eso les hace seguir su mirada con más facilidad. Por el contrario, los conservadores, que defienden ante todo la autonomía personal, no se dejan influenciar fácilmente por los demás y, en consecuencia, no hacen caso de su mirada.

 

*Dodd, M:D:; J.R. Hibbing & K.B. Smith. 2011. The politics of attention: gaze-cuing effects are moderated by political temperamento. Attention, Perception, & Psychophysics 73: 24-29.

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Por Eduardo Angulo

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