Orinar es importante, indispensable para nuestra salud y mal lo tiene quien no lo haga. La orina, filtrada en los riñones, se almacena en la vejiga y, cuando ésta se llena, debe vaciarse, hay que orinar. El control neural del vaciado es complejo e intervienen redes neuronales de excitación y de inhibición que se encuentran en la médula espinal y en el cerebro. Cuando la vejiga se llena más allá de un límite, se genera una sensación de urgencia para vaciarla y la micción tiene lugar momentos después. Es un proceso automático pero está bajo el control voluntario del que orina y, de esta manera, la micción se hace cuando se necesita pero, también, cuando es conveniente. Así, se puede retener orina en la vejiga más por encima del límite, aun que esta retención signifique más presión en la vejiga que puede llegar al dolor. Según Matthew Lewis y sus colegas del Hospital Caulfield de Melbourne, en Australia, y Premio IgNobel 2011 por este trabajo, la retención de orina provoca tres niveles de alarma: vejiga llena, deseo urgente de vaciar la vejiga, y deseo muy urgente de orinar. Si a pesar de todo, se sigue sin orinar, se puede llegar a obstruir el conducto o a padecer infecciones en el tracto urinario.
Lewis y su grupo se preguntan, visto este sufrimiento, si no orinar cuando se tienen ganas no influirá, además, en procesos cognitivos como la habilidad psicomotora, la atención visual o la memoria. Lo investigan con 8 adultos, entre ellos d mujeres, con edades entre 23 y 45 años y edad media de 34 años. Los voluntarios beben 250 mililitros de agua cada 15 minutos y van anotando su sensación respecto a las ganas de orinar. Entre toma y toma de agua, se colocan ante un ordenador y juegan con preguntas ante cartas que van apareciendo en la pantalla, diciendo “sí” con la tecla K y “no” con la D. En el primer juego, las cartas aparecen boca abajo y cuando se vuelven deben decir “sí”; en el segundo juego también hay cartas boca abajo y, cuando se vuelven, deben contestar “sí” si la carta es roja (es una baraja de póker); y en el tercer juego, con el mismo planteamiento, deben responder que “sí” cuando la carta que se vuelve es igual a la anterior. Con el primer juego se mide la habilidad psicomotora por el tiempo que se tarda en responder, con el segundo se mide la atención visual, y con el tercero la memoria.
El deseo de orinar aparece después de beber 3 vasos (750 mililitros); el deseo urgente, después de 6 vasos (litro y medio), y el deseo urgentísimo por encima de 8 vasos (dos litros). Y es por encima de estos dos litros, con un deseo muy urgente de orinar, cuando comienzan a fallar la atención visual y la memoria, no así la habilidad psicomotora que se mantiene como al principio.
A Matthew Lewis y sus colegas les acompañaron en el podio de los IgNobel de este año Mirjan Tuk y su equipo de la Universidad Católica de Lovaina, en Bélgica. Su trabajo va de lo mismo, las ganas de orinar, pero con un enfoque diferente. Para este grupo de psicólogos, el autocontrol que significa no orinar cuando se tienen ganas, implica un proceso de inhibición psicomotor que, plantean la hipótesis, quizá tenga su influencia sobre otros procesos inhibitorios. Saben que ya hay un par de trabajos en el sentido contrario, es decir, que los procesos que excitan a hacer algo animan a otros procesos excitatorios. Por ejemplo, el hambre, que nos excita a comer también excita el deseo de dinero. O la imagen de una señora en bikini anima a los hombres a gastar más dinero. Con la vejiga llena ocurriría lo contrario: como inhibimos la micción, quizá inhibamos otras cosas. Veamos.
En un primer estudio con 193 universitarios, con 89 mujeres y edad media de 21 años, los voluntarios deben decir el significado o el color de palabras que aparecen el ordenador y, después, sus ganas de orinar en una escala de1 a7. Decir el significado es excitatorio, decir el color es inhibitorio pues primero hay que inhibir la respuesta obvia y principal que es decir el significado. Pues bien, los tiempos de respuesta al color disminuyen cuando aumentan las ganas de orinar, es decir, inhibir la micción ayuda a inhibir la respuesta obvia y permite una mayor rapidez en la segunda respuesta.
Son 102 voluntarios los que intervienen en el segundo estudio. Se dividen en dos grupos y uno de ellos bebe 750 mililitros de agua mientras que el segundo sólo bebe 50 mililitros. Puntúan sus ganas de orinar del 1 al 7 y, a continuación, se les ofrecen16 librasal día siguiente o30 librasal cabo de 35 días. Los que más ganas tienen de orinar, que son los que más agua han bebido, son también los que eligen las30 alos 35 días. Inhibir la micción ayuda a inhibir la recompensa más rápida, o sea, el “Más vale pájaro en mano que ciento volando.”
*Lewis, M.S. y 5 colaboradores. 2011. The effect of acute increase in urge to void on conginitive function in healthy adults. Naurourology and Urodynamics 30: 183-187.
*Tuk, M.A., D. Trampe & L. Warlop. 2011. Inhibitory spillover: Increased urination urgency facilitates impulse control in unrelated domains. Psychological Science 22: 627-633.