A menudo, en nuestra vida y en la literatura o el cine, dotamos de rasgos y conducta humanos a aquellas entidades a las que nos enfrentamos, como bien podría atestiguar nuestro admirado Don Quijote y sus molinos de viento o aquel famoso HAL serie 9000, al que hicimos humano y acabamos destruyendo. Sara Kim y Ann McGill, de la Universidad de Chicago, parten de la hipótesis de que nuestra percepción del peligro y, por tanto, las decisiones que tomamos para enfrentarnos a él, se ven influenciadas por ese “antropomorfismo” del que hablaba.
Después, en dos experimentos consecutivos enfrentan a los voluntarios a una máquina tragaperras que aparece en la pantalla del ordenador en dos versiones, una de ellas con rasgos más humanos, o a un escrito que anuncia al voluntario que tiene cáncer de piel y que se entrega con dos redacciones, una de ellas dando al cáncer características humanas de lucha contra el paciente, de tomar decisiones para atacar de determinada manera.
Pues bien, si se tiene poco poder tanto la tragaperras como el cáncer asustan más cuanto más humanizados se nos enfrenten. Por el contrario, si se tiene mucho poder, la tragaperras y el cáncer asustan más cuanto más deshumanizados se presenten. En resumen, con poco poder nos asustan lo humano, y con mucho poder, lo inhumano. Según los autores, las respuestas son las típicas de nuestra vida cotidiana: si nos sentimos débiles nos asustan las personas; si nos sentimos fuertes, las personas no nos asustan y, en cambio, sí lo hace lo desconocido, lo inhumano.
*Kim, S. & A.L. McGill. 2011. Gaming with Mr. Slot or gaming the Slot Machine? Power, anthropomorphism, and risk perception. Journal of Consumer Research 38: DOI:10.1086/658148