Conocer la biodiversidad de nuestro entorno siempre es interesante, tanto por lo que supone aprender del mundo en que vivimos como por el interés egoísta típico de nuestra especie (“Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, y en todo animal que se arrastre sobre la tierra.” Génesis, 1,26), incluso desde nuestra peculiar agresividad biológica.
Es agradable localizar y clasificar vertebrados, sobre todo mamíferos como nosotros, pero los insectos son el grupo más diverso y numeroso. Son el 90% del número de especies que “se arrastran sobre la tierra”, y, para hacernos una idea, por cada individuo humano hay 200 millones de individuos insectos. Y no hay que olvidar la importancia sanitaria y económica que tienen como plagas y como transmisores de enfermedades.
Como es fácil deducir, localizar, estudiar y clasificar los insectos de un área concreta es una historia interminable y los entomólogos siempre están a la búsqueda de nuevos métodos de capturar ejemplares, desde los dedos o unas simples pinzas hasta el manido cazamariposas o todo tipo de sofisticadas trampas. Sergei Kosakovsky y sus colegas de la Universidad de California en San Diego, llevan un tiempo poniendo a punto un método que, se puede decir, comienza en lo cutre y termina en lo más sofisticado. Se trata del estudio metagenómico de las salpicaduras que dejan los insectos que se estrellan en el parabrisas de un coche.
Montaron en su Dodge Caravan, modelo del 2006 y conocido como The Wanderer, y emprendieron dos largos viajes: de Pennsylvania a Connecticut, de
Es obvio que Kosakovsky y los suyos no encuentran sólo insectos. Hay desde bacterias hasta genoma humano, que quién sabe de dónde ha salido (quizá algún accidente). Llegan a clasificar con seguridad 24 géneros, entre ellos algunos insectos. Para la recogida de muestras, el método es muy adecuado; para el análisis de los genomas, también, pero para conseguir una mejor clasificación es necesario que las bases de datos contengan más secuencias de insectos para poder comparar. Al ritmo con que se describen genomas completos y secuencias génicas no tardará mucho en remediarse esa carencia.
*Kasakovsky Pond, S. y siete colaboradores. 2009. Windshield splatter analysis with the Galaxy metagenomic pipeline. Genome Research 19: 2144-2453.