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Eduardo Angulo Pinedo

La biología estupenda

Día de Difuntos

2 de noviembre. Día de Difuntos. Aquí, en La Biología Estupenda, vamos a celebrarlo a nuestra manera. Si todos hemos de morir, y en esta fecha nuestros deudos visitar nuestras tumbas, lo más interesante sería conocer lo más posible de esta catástrofe natural inevitable. No importa por qué morimos, más interesante es controlar cómo morimos, pero, estando todavía vivos, creo que es importante que sepamos a causa de qué morimos y, conociendo las causas, escapar si podemos y evitar los efectos de aquellas causas. Por lo menos durante algún tiempo. Aquí van algunas investigaciones científicas que nos pueden ayudar.

Altura

Este es un factor que no podemos cambiar, pero se ha estudiado la relación entre la altura y la muerte en Finlandia. El trabajo, de Pekka Jousilathi y sus colegas, del Instituto Nacional de Salud Pública de Helsinki, hecho con los datos de 31199 personas, de 25 a 64 años, con cinco revisiones entre 1972 y 1987, revela que, como en otros países, la altura media de los finlandeses ha aumentado en los años estudiados. Y descubren como los factores de riesgo que nos ayudan a bien morir mejoran con la altura: por ejemplo, el tabaquismo va del 51.5% a 1.65 de altura al 43.2% a 1.80 o más; o la presión sanguínea sistólica que va de 14.63 a 1.65 o menos a 14.46 con 1.80. Y, directamente en cuanto a la mortalidad, por cada 10000 personas, en un año mueren 197 hombres de menos de 1.65 y 127 de 1.80 o más; en mujeres, mueren 93 de menos de 1.50 frente a 56 de más de 1.65. Está claro: a las edades estudiadas (de 25 a 64 años), los altos mueren más tarde.

Fama

También la fama es un factor que influye en la mortalidad, sobre todo con algunas profesiones que se pueden considerar de alto riesgo. En este caso, Mark Bellis y su grupo de la Universidad John Moores de Liverpool, han revisado las tasas de mortalidad de las estrellas del pop y el rock que aparecen en el All Time Top 1000 Albums. Como ven, es considerar el pop y el rock como profesiones de riesgo. Desde luego, lo es a nivel individual con nombres bien conocidos: Elvis, Jimmy Hendrix, Janis Joplin, Jim Morrison, John Lennon,… Sin embargo, como grupo y cada uno en su grupo de edad, la estadística no encuentra diferencias en la mortalidad, ni más ni menos. Pero Bellis aporta un enfoque diferente e interesante: estudia la mortalidad en la vida posterior de los músicos, después de la fama, después de 3 años y hasta 25 en los de más edad. Y aquí la mortalidad es mucho mayor, casi el doble, hasta 1.7 veces. Después de los 25 años, la mortalidad se estabiliza y vuelve a las cifras habituales en la población en general. Parece que las conductas de riesgo en la juventud se pagan en la madurez.

Otro colectivo famoso que ha llamado la atención de los científicos son, y es raro, los guionistas de Hollywood nominados y ganadores del Oscar. Donald Redelmeier y Sheldon Singh, del Hospital de Mujeres Sunnybrook de Toronto, en Canadá, cuentan que, en 2001, este colectivo de guionistas está formado por 850 escritores, que alcanzan una edad media de 68 años, para lo cual tienen que morir 428. Los ganadores del Oscar tienen una vida más exitosa y larga que los sólo nominados, con más películas, más películas con buena crítica y más nominaciones. Pero, a cambio, viven de media 3.6 años menos. El Oscar al mejor guión acorta la vida de quien lo gana. Se ignora las razones de este hecho que la estadística nos revela.

Cultura

También influye en la mortalidad tal como han demostrado Lars Bygren y su equipo de la Universidad de Umea, en Suecia. Estudian el modo de vida y la trayectoria vital de 15198 personas, de 16 a 74 años, entre 1982 y 1991. Encontraron que asistir a eventos culturales, leer libros o el periódico, tocar algún instrumento musical o cantar en un coro alarga la vida, si se hace con regularidad, sobre aquellos que no lo hacen o lo hacen esporádicamente.

El mismo sentido tiene la pertenencia a un grupo social, sea cultural, deportivo, político o lo que sea, siempre disminuye la mortalidad. Un estudio a gran escala con este enfoque lo han hecho David Strickler y su grupo de Universidad de Cambridge, en Inglaterra. Estudiaron las variaciones en la mortalidad masculina en varios países que pertenecieron a la Unión Soviética. Cuando esta se deshizo, los países que emergieron, incluyendo la misma Rusia, emprendieron una serie de reformas económicas que se basaban, sobre todo, en la privatización de las empresas estatales de la época comunista. Unos países adoptaron una política económica de privatización rápida y el resultado es un gran aumento del paro, que se multiplica por tres, y de la mortalidad, entre un 12.5% y un 45% en los casos de privatización más rápida. Por el contrario, en los países más organizados se adopta una política económica similar, pero más gradual. En estos países el paro aumenta sólo un 2% y la mortalidad baja, repito, baja, un 10%.

En este descenso de la mortalidad en estos países interviene, como un factor esencial, la implicación de los ciudadanos en la sociedad civil. Pertenecer a una asociación de cualquier tipo, cultural, deportiva, sindicato, iglesia, partido político o lo que sea, funciona como un escudo ante la crisis. Por cada 1% de la población que pertenece a algo, baja un 0.27% la relación entre privatización y mortalidad y, cuando se alcanza el 45% de pertenencia, ya no hay relación entre privatización y mortalidad. Así, en los países con una sociedad civil vertebrada y bien estructurada, se pueden aplicar políticas económicas de ajuste sin que la crisis alcance la tasa de mortalidad.

Dinero

Seguro que ya pensaban que es imposible que el dinero no influya en la mortalidad; después de todo, hay quien considera al dinero el otro hecho inevitable, con la muerte, que nos persigue sin tregua mientras estemos vivos. Por ejemplo, es un hecho demostrado que la mortalidad disminuye a final de mes y se recupera a principios de mes, con un efecto más acusado en accidentes mortales, suicidios y asesinatos. William Evans y Timothy Moore, de las universidades de Notre Dame y de Maryland, respectivamente, han publicado un extenso trabajo sobre este fenómeno, con datos de 71 millones de fallecimientos en Estados Unidos entre 1973 y 2005. Y consiguen demostrar estadísticamente lo que ya nos dice el sentido común: es el sueldo el que provoca el desastre. También aumentan las compras, las visitas a los centros comerciales o la venta de entradas de cine. Es decir, aumenta la movilidad, la gente tiene dinero líquido en las manos, y lo gasta, y en el proceso de gastarlo vienen los accidentes, broncas y demás. En resumen, son peligrosos los días siguientes al cobro de la nómina mensual.

En realidad, son peligrosos casi todos los cobros. Son los mismos investigadores, Evans y Moore, los que comparan las bases de datos anteriores con otras más referidas a diferentes cobros. Los resultados son claros, y recordad que se refieren a Estados Unidos, pero cobrar el cheque de la Seguridad Social, el sueldo del personal militar, la devolución de Hacienda o los dividendos del Alaska Permanent Fund, aumenta la mortalidad en el día siguiente. Los autores sugieren que, si algunos de estos pagos tienen un objetivo de ayuda social, los posibles beneficios quizá se neutralicen con el aumento de la mortalidad.

Impuestos

Parece raro, pero una manera demostrada de retrasar la muerte es evadir el pago de impuestos. De la Oficina Nacional de Investigación Económica de Cambridge, en Estados Unidos, viene el siguiente trabajo, firmado por Wojciech Kopczuk y Joel Slemrod, que demuestra que, si se desea con fuerza, hasta se puede retrasar unas horas o días el momento de la muerte. Y esa fuerza viene, quién lo iba a suponer, de los impuestos. Utilizando las bases de datos de fallecimientos en Estados Unidos, junto con datos de Hacienda, fecha de la defunción y cambios en la legislación sobre impuestos, los autores encuentran que hay personas que no se mueren hasta que llega el día en que se aplica una nueva legislación sobre herencias que beneficia a los herederos. Los autores sugieren que, y quizá sea esto lo que ocurra, que sean los propios herederos los que no notifican el fallecimiento hasta que llega esa fecha.

En Suecia, según Marcus Eliason y Henry Ohlsson, de la Universidad de Göteborg, ocurre lo mismo. Han estudiado la mortalidad diaria entre el 18 de diciembre y el 14 de enero en 2003-2004 y en 2004-2005, con cambios significativos en las leyes sobre la herencia. El 31 de diciembre, la mortalidad desciende casi un 17%, y en enero se recuperan las cifras habituales.

Y lo mismo en Australia, según Joshua Gans y Andrew Leigh, de la Universidad de Melbourne, aunque en este caso se mezcla el cambio en los impuestos con que la fecha estudiada es el inicio del año 2000, discusiones aparte, el principio del siglo XXI, el nuevo milenio. Las muertes empiezan a disminuir en la segunda mitad del día 30 y no se recuperan hasta el 4 de enero con un gran pico el día 6. Por cierto, en el mismo trabajo es evidente como el número de concepciones se triplica en la madrugada del 1 de enero de 2000.

Sexo

También el sexo ayuda a no morir, a la vez que contribuye al buen vivir. George Davey Smith y su equipo, de la Universidad de Bristol, estudiaron la relación entre el sexo y la muerte, relación tan querida y debatida por sabios y poetas desde la más remota antigüedad. Lo hicieron a partir de los datos de 918 hombres de la aldea de Caerphilly, en el sur de Gales, y encontraron que la mortalidad era un 50% menor en el grupo con mayor frecuencia de orgasmos, siempre según sus propias declaraciones. Tengan en cuenta los lectores que una frecuencia alta de orgasmos es de dos o más por semana, y una frecuencia baja es menos de uno al mes. Analicen ustedes su propia conducta, y pongan remedio si les apetece.

Conclusiones

Repasemos y pongámoslo sencillo para que sea más sencillo aplicar estos consejos. Para retrasar la muerte, de entrada hay que ser alto, mejor por encima de 1.80 en hombres y de 1.65 en mujeres. Además, no hay que ser una estrella del rock o del pop, hay que asistir a actos culturales, leer libros y periódicos, tocar algún instrumento musical y cantar en un coro. Y es bueno pertenecer a algún club o asociación, sea cual sea. Hay que cobrar poco o, incluso, no cobrar, y, si se cobra, no hay que gastarlo de golpe al día siguiente; es más, el día siguiente, no salga de casa. Entérese de si hay algún cambio en la legislación sobre impuestos y, si lo hay y supone pagar menos impuestos, haga todos los esfuerzos posibles para vivir hasta entonces, pues, parece, no hay nada que provoque más satisfacción vital que fastidiar a Hacienda.

Y, sobre todo, practique el sexo, alarga la vida; sobre este punto creo que no debo insistir pues, es lo habitual, todos estamos suficientemente insistidos.

*Bellis, M.A., T. Hennell, C. Lushey, K. Hughes, K. Tocque & J.R. Ashton. 2007. Elvis to Eminem: quantifying the price of fame through early mortality of European and North American rock and pop stars. Journal of Epidemiology and Community Health 61: 896-901.

*Bygren, L.O., B.B. Konlaan & S.-E. Johansson. 1996. Attendance at cultural events, reading books or periodicals, and making music or singing in a choir as determinants for survival: Swedish interview survey of livong conditions. British Medical Journal 313: 1577-1580.

*Eliason, M. & H. Ohlsson. 2008. Living to save taxes. Economics Letters 100: 340-343.

*Evans, W.N. & T.J. Moore. 2009. Liquidity, activity, mortality. NBER Working Paper Series 15310, 66 pp.

*Evans, W.N. & T.J. Moore. 2009. The short-term mortality consequences of income receipt. NBER Working Paper Series 15311, 40 pp.

*Gans, J.S. & A. Leigh. 2009. The millennium hub. Applied Economic Letters 16: 1467-1470.

*Jousilahti, P., J. Tuomilehto, E. Vartialnen, J. Eriksson & P. Puska. 2000. Relation of adult height to cause-specific and total mortality: A prospective follow-up study of 31.199 middle-aged men and women in Finland. American Journal of Epidemiology 151: 1112-1120.

*Kopczuk, W. & J. Slemrod. 2001. Dying to save taxes: Evidence from estate tax returns on the death elasticity. NBER Working Paper Series 8158, 30 pp.

*Redelmeier, D.A. & S.M. Singh. 2001. Longevity of screenwriters who win an academy award: longitudinal study. British Medical Journal 323: 1491-1496.

*Smith, G.D. , S. Frankel & J. Yarnell. 1997. Sex and death: are they related? Findings from the Caerphilly cohort study. British Medical Journal 315: 1641-1644.

*Stuckler, D., L. King & M. McKee. 2009. Mass privatisation and the post-communist mortality crisis: a cross-national analysis. Lancet 373: 399-407.

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