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Eduardo Angulo Pinedo

La biología estupenda

Narices

Vemos por dos ojos, ligeramente separados, que nos permiten distinguir la imagen de cada ojo; nos proporcionan visión estereoscópica integrando en el cerebro la información de cada ojo y consiguiendo un resultado final en tres dimensiones. Oímos por dos oídos, uno a cada lado de la cabeza, y también, con gran facilidad, podemos separar el sonido que nos llega a cada uno de ellos. Sin embargo, los dos orificios de nuestra nariz, muy cercanos entre sí, no parece que permitan distinguir los olores que lleguen mayoritariamente a cada uno de ellos. Así, de primeras, creemos que la información llega al cerebro mezclado la información olorosa que llega a mabos orificios de la nariz. Pero Wen Zhou y Denise Chen, de la Universidad Rice de Houston, han ideado un experimento que demuestra lo contrario y, es más, con resultados por lo menos curiosos.

Zhou y Chen trabajan con doce voluntarios y dos botellas que contienen, una de ellas, fenil etil alcohol, que huele a rosas, y la otra con n-butanol, que huele como un rotulador. En principio, ninguno de los olores provoca rechazo y son adecuados para el experimento. Cada una de las botellas lleva un sistema que se adapta perfectamente a un agujero de la nariz y, de esta manera, ambas botellas se pueden oler simultáneamente, una en cada agujero. Los doce participantes huelen las botellas veinte veces, con descanso entre uno ensayo y el siguiente pues nuestro olfato necesita descanso a menudo ya que se satura con facilidad.
Todos los participantes experimentan como el olor que les llega es una vez a rosas y otra a rotulador, como si un interruptor dejara pasar al cerebro una vez el olor de una botella y, a continuación, el olor de la otra; algunos reconocen que el paso de un olor a otro es drástico. Nunca se percibe una mezcla de olores, siempre es o uno u otro. En realidad, ambos olores están presentes a la vez, pero el cerebro sólo revela uno de ellos. Los autores reconocen que no saben si el filtro que deja pasar a uno de los olores sobre el otro se encuentra en las células sensoriales de la nariz o en el centro de interpretación del cerebro.
Al fin, resulta que nuestro sentido del olfato, nuestra nariz, funciona como ojos y oídos, recibiendo información doble, un olor por cada agujero de la nariz, con la integración en el cerebro.
*Zhou, W. & D. Chen. 2009. Binaral rivalry between the nostrils and in the cortex. Current Biology 19: 1561-1565.

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Por Eduardo Angulo

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