>

Blogs

Eduardo Angulo Pinedo

La biología estupenda

Resolver

Ya se sabe, para pensar y decidir, dos cabezas son siempre mejor que una. O eso pensamos todos. Esta habilidad para resolver problemas en conjunto es esencial para la supervivencia de nuestra especie aunque, también es cierto, a menudo parece que no la sabemos utilizar en absoluto. Y, por eso, Bahador Bahrami y su grupo, del Colegio Universitario de Londres, se preguntan si realmente es cierto que dos cabezas son mejor que una.

Los autores colocan a los voluntarios, de dos en dos, ante una pantalla de ordenador por la que, en un momento dado, se muestra una señal débil. Si los dos observadores no se ponen de acuerdo sobre el momento en que aparece la señal, dialogan entre sí y pueden llegar a un acuerdo. Los resultados muestran que las decisiones tomadas conjuntamente obtienen mayor número de aciertos que el individuo que tiene la mejor puntuación. Es decir, dos cabezas son mejor que una. En otros dos experimentos queda claro que la decisión conjunta debe tomarse después de dialogar, no vale, simplemente, con dar la razón sin más a uno de los observadores.
Pero no siempre sale todo tan bien. En un cuarto experimento, Bahrami y sus colegas encuentran que, a veces, dos cabezas son peor que una. El experimento es el mismo, pero uno de los observadores ve la señal con ruido de fondo lo que la hace más difícil de percibir. Obviamente, no se ponen de acuerdo y debaten. Los resultados conjuntos son peores que los obtenidos por el mejor miembro de la pareja. El que ha recibido la señal difícil se convierte en un socio bastante incompetente y, si en la discusión se le hace caso, consigue que el dúo falle.
En resumen, es mejor dos cabezas que una para tomar decisiones, mientras las parejas sean las adecuadas. Si uno de los individuos es incompetente o no quiere dialogar, lo mejor es no hacerle caso y tomar las decisiones individualmente.
Pero uno se pregunta que ocurriría si en vez de dos fuesen más personas las que deben tomar la decisión, algo que es muy habitual. Lo han investigado Anita Williams Woolley y su grupo de la Universidad Carnegie Mellon de Pittsburgh. Con 699 voluntarios, distribuidos en grupos de dos a cinco, son examinados en el acierto que consiguen al completar varias tareas que implican trabajo en equipo: rompecabezas, negociaciones, tormenta de ideas, juegos en grupo o distribución compleja de turnos de trabajo. Los autores llaman al resultado obtenido factor c o inteligencia colectiva.
Este factor c que, como en el trabajo anterior, es mayor que la suma de las partes (hasta un 40% mayor), no tiene relación ni con la inteligencia ni con las habilidades previas de los componentes del grupo sino con su sensibilidad social (empática), con la distribución equitativa de los tiempos para intervenir en la discusión y, sobre todo, con la proporción de mujeres en el grupo. Y, también como antes, si un miembro del grupo se convierte en dominante, los resultados son peores.
*Bahrami, B., K. Olsen, P.E. Latham, A. Roepstorff & G. Rees. 2010. Optimally interacting minds. Science 329: 1081-1085.
*Woolley, A.W., C.F. Chabris, A. Pentland, N. Hashmi & T.W. Malone. 2010. Evidence for a collective intelligence factor in the performance of human groups. Science DOI:10.1126/science.1193147

Temas

Por Eduardo Angulo

Sobre el autor

Buscar


octubre 2010
MTWTFSS
    123
45678910
11121314151617
18192021222324
25262728293031