Hay quien asegura que, según lo que uno esté bebiendo, lo mejor es hacerlo con los ojos cerrados. Pero no es así ni mucho menos, según aseguran Daniel Oberfeld y sus colegas de la Universidad Johannes Gutenberg de Mainz, en Alemania, en su trabajo sobre la influencia de la iluminación de la habitación en el sabor del vino rosado seco espumoso de la denominación Riesling, de la región de Rheingau, marca Allendorf Festival 2004. El vino se cata en copas de cristal negro para evitar que su propio color influya en la puntuación del sabor por los participantes.
En un primer estudio, un grupo de 150 compradores cata el vino en la bodega y, según sus puntuaciones, el vino es mejor si se bebe en un ambiente con luz azul o roja que con verde o blanca. Incluso los compradores en luz roja gastan un euro más en el mismo vino creyendo que es mejor y, en consecuencia, más caro.
Un segundo grupo de 135 voluntarios, alumnos de la universidad, repite la prueba en el laboratorio y prueban dos vinos, el Allendorf Festival de nuevo y Allendorf Riesling. Los participantes se colocan en cubículos, a oscuras, y reciben el color y las intrucciones a través de la pantalla de un ordenador. Responden por medio del ratón y el teclado del ordenador. Se confirman los resultados y, además, la luz ambiente modifica el sabor pero no el olor del vino. Los probadores puntuan la dulzura del vino hasta 1,5 veces mayor en luz roja que en luz verde o blanca; y lo mismo ocurre con el componente afrutado. Y, en un tercer estudio, también en el laboratorio, los resultados se confirman por un experimento que usa el método de las comparaciones por pares, probando los vinos de dos en dos y puntuando al mejor en cada apartado.
Según proponen los autores, quizá las luces roja o azul nos proporcionan un ambiente más agradable y esto se extiende hasta el vino que, en ese momento, estamos bebiendo. No encuentran ninguna relación entre el sentido del gusto y el de la visión y, más bien, se inclinan, como he dicho, por la creación de un estado emocional favorable.
Por otra parte, los investigadores afirman que este estudio tiene una aplicación práctica para tiendas de vino o bares pues, como hemos visto, los compradores están dispuestos a gastar más dinero según la luz que ilumina el local.
*Oberfeld, D., H. Hecht, U. Allendorf & F. Wickelmaier. 2009. Ambient lighting modifies the flavor of wine. Journal of Sensory Studies 24: 797-832.