Siempre se ha supuesto, excepto quizá en los culebrones y novelas románticas, que mirar y tocar a la persona de la que estamos enamorados proporciona bienestar, placer y es posible que hasta buena salud. Esto se preguntaron Tobias Esch y George Stefano, de la Universidad Médica de Berlín y de la Universidad del Estado de Nueva York en Old Westbury respectivamente, y para responder, en primer lugar revisaron la bibliografía existente sobre estos asuntos hasta 2005. Encontraron una afirmación rotunda: el amor y el placer son capaces de estimular la salud, el bienestar y la re-productividad (sic). Y, dicen más, que este intrumento biológico tan maravilloso (wonderful) hace que la procreación y el desarrollo de los individuos y de sus especies sea una experiencia placentera y profundamente gratificante, asegurando así la supervivencia, la salud y la perpetuación de las especies. Todo esto porque al estudiar el cerebro cuando se siente a la persona amada, se activan zonas responsables de la emoción, la atención, la motivación y la memoria (en el sistema límbico, en el centro del cerebro), y con ello se controla el sistema nervioso autónomo, a través del cual experimentamos el estrés. Se sintetizan endorfinas, endocannabionoides, etc., es decir, compuestos que, ya vimos en un post anterior, intervienen en las sensaciones agradables y relajantes.
Bueno, y uno se pregunta con qué actos concretos se consigue esta sensación agradable y salutífera con la persona amada. Veamos, podemos empezar por el sentimiento que produce la caricia. Alesia Hanzal y su grupo, de la Universidad de Arizona en Tucson, plantearon un experimento con 305 adultos, de 18 a 69 años, casados y no casados, a los que se pregunta qué sienten cuando se les toca en determinadas zonas del cuerpo. Para ello se les enseña un dibujo del cuerpo humano dividido en 13 regiones (cabeza, cuello, manos, pecho, etcétera). Los resultados son sorprendentes y, qué quieren que les diga, me parece que hasta poco románticos. En primer lugar, los hombres siempre encuentran las caricias más agradables que las mujeres. Para las caricias que no se consideran íntimas que son, más o menos, las que no llevamos ocultas por la ropa, ambos sexos reaccionan parecido. En general, como ya hemos dicho, pero concretando en el estado civil de los sujetos, los solteros reaccionan mejor que las solteras ante las caricias pero este comportamineto, curiosamente, se invierte en los casados. En los matrimonios son las mujeres, y no los hombres, las que gustan más de las caricias. Es decir, si acaricia un soltero, la soltera no está a gusto, pero si acaricia una casada, es el casado el que no está a gusto. Vaya lío. Curioso efecto el del matrimonio sobre nuestro sistema nervioso y su funcionamiento.
Sigamos: como ven, las caricias amorosas tienen sus pros y sus contras, pero ¿y las miradas? A esto han dedicado su investigación Masahiro Matsunaga y su numeroso equipo de investigación de la Universidad de Nagoya en Aichi, Japón. A 12 personas sanas les realizan un scanner del cerebro mientras observan imágenes neutras o imágenes de personas que les caen bien; fíjense, en esta experimento ni siquiera se exige el enamoramiento, soló personas que les resulten atractivas a los sujetos en cuestión. No entro en detalles por no alargarme, pero estas personas que nos caen bien activan todo nuestro metabolismo cerebral y, a su vez, esta reacción activa los sistemas endocrino (nuestras hormonas se revuelven) e inmune (nuestras defensas mejoran). Si esta situación no cambia, parece que la conclusión obvia de todo esto es que es mejor mirar que acariciar (sobre todo si estás soltero o si estás casada). Vaya rollo.
*Esch, T. & G.B. Stefano. 2005. Love promotes health. Neuroendocrinology Letters 3: 264-267.
*Hanzal, A., C. Segrin & S.M. Dorros. 2008. The role of marital status and age on men’s and women’s reactions to touch from relational partner. Journal of Nonverbal Behavior 32: 21-35.
*Matsunaga, M., T. Isowa, K. Kimura, M. Miyakoshi, N. Kanayama, H. Murakami, S. Sato, T. Konagaya, T. Nogimori, S. Fukuyama, J. Shinoda, J. Yamada & H. Ohira. 2008. Associations among central nervous, endocrine, and immune activities when positive emotions are elicited by looking at a favorite person. Brain, Behavior, and Immunity 22: 408-417.