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Eduardo Angulo Pinedo

La biología estupenda

Sin remedio

Ya he tratado el candente asunto de la obesidad varias veces en este blog pero, como indica la bibliografía que casi nadie consigue adelgazar a partir de una situación evidentemente obesa, vuelvo sobre el asunto con datos recientes y, quizá, el conocimiento ayude a vencer la tentación. Las personas que quieren adelgazar con convencimiento y tesón suelen rebajar su peso en un 10% (entre 8 y 10 kilogramos) los primeros seis meses de dieta y deberían mantener una pérdida de peso de unos cinco o seis kilogramos al final del año y de ahí en adelante. Pero casi nadie lo consigue y, más o menos, a los cinco años estamos en el mismo lugar del que partimos con tanta ilusión. Los que consiguen mantener su peso controlado tienen que trabajar muy duro, mucho más que los que tienen el peso normal y que, esto es obvio, los obesos.

A partir de estos datos, Jeanne McCaffery y su grupo del Hospital Miriam de Providence, en Estados Unidos, se plantean si hay alguna diferencia biológica entre estos tres grupos: obesos, peso normal y los que fueron obesos y se mantienen delgados. En su trabajo obtienen imágenes del cerebro, por resonancia magnética, de 18 personas con peso normal, 16 obesos y 17 que han adelgazado. Los de peso normal tienen un Índice de Masa Corporal (IMC) de 18,5 a 24,9; los obesos, de más de 30; y los obesos que adelgazaron, de 18,5 a 24,9 pero partieron de más de 30 y bajaron más de 13,6 kilogramos de media.
En el momento de obtener las imágenes del cerebro, los sujetos están viendo fotografías de alimentos poco energéticos (ensaladas, verduras,…), muy energéticos (hamburguesas, helados,…) o de objetos que nos son alimentos (piedras, árboles, …). Además, ni comen ni beben desde cuatro horas antes, excepto agua.
Según las imágenes, las personas que adelgazaron y se mantienen delgadas tienen la región frontal superior izquierda y la región temporal media derecha muy activadas, lo que no se observa en el cerebro de los de peso normal y los obesos. Y estos últimos, los obesos, se diferencian de los otros dos grupos de delgados por la activación de los dos hemisferios de la región media central del cerebro.
Volviendo a los resultados de los que consiguen mantenerse delgados, la activación en la zona temporal, en la nuca, se explica porque allí está el lugar del cerebro conectado con los ojos, es la parte del cerebro por la que “vemos” (esta es una zona que también se activaba en las anoréxicas ). Recordad que los sujetos están viendo imágenes de alimentos. Y la activación de la zona frontal se debe, según los autores, a que allí está los centros de control inhibitorios. En conclusión, el que se mantiene delgado ve la comida, vaya que sí, su cerebro se dispara ante las fotografías de alimentos pero, y aquí está el mérito, los centros inhibitorios frontales controlan los impulsos y, por lo que se ve, el sujeto no come y ya se sabe, si no come, no engorda.
Y, además, la activación de la zona central del cerebro en los obesos puede significar el inicio de una rápida respuesta motora ante la imagen del alimento, o sea, que va a comenzar una respuesta muscular, va a moverse, seguramente, para atrapar el alimento que está viendo (aunque sea una fotografía). Claro, con esta disposición no puede dejar de ser obeso. Sin remedio.
Pero aún queda una esperanza, como indica Ian Macdonald, de la Universidad de Nottingham, en Inglaterra, al comentar este artículo de Jeanne McCaffery y sus colegas en el mismo número de la revista en que se publicó: hay que averiguar si estas diferencias en el funcionamiento del cerebro entre obesos y quienes lo fueron son intrínsecas o si aparecen por medio de la práctica y la voluntad de adelgazar y de seguir delgado. Si es esto último, todavía hay esperanza.
*Macdonald, I.A. 2009. In search of the basis of successful maintenance of weight loss. American Journal of Clinical Nutrition 90: 908-909.
*McCaffery, J.M., A.P. Haley, L.H. Sweet, S. Phelan, H.A. Raynor, A. Del Parigi, R. Cohen & R.R. Wing. 2009. Diffrencial functional megnetic resonance imaging response to food pictures in successful weight-loss maintainers relative to normal-weight and obese controls. American Journal of Clinical Nutrition 90: 928-934.

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Por Eduardo Angulo

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