Hace unas semanas y en este blog, alguno de mis amigos comentaristas mencionó el Reiki y, con ello, comenzó una polémica que, me parece, por ahora no tiene conclusión. El Reiki forma parte de lo que hoy en día se denomina Medicina Alternativa o, también, Medicina Complementaria. Es una terapia de las llamadas de biocampo, que implica la imposición de manos que, se supone, tiene la capacidad de curar el cuerpo y la mente y de llevar al equilibrio emocional y espiritual. Procede del Tíbet y fue refundado en el Japón, cuando ya se había olvidado, a principios del siglo XIX. Su utilización y promoción por algunos investigadores y médicos de Estados Unidos provocó que Gerald Weissmann, Editor Jefe de la revista de las sociedades experimentales de Biología (FASEB Journal), publicara un feroz editorial en el número de junio del año pasado. En este texto, calificaba el uso del Reiki como “curación vudú” (Voodoo Healing). Weissmann atacaba, indignado, a la Universidad de Harvard que, presionada por su propio grupo del Proyecto Pluralismo (que durante las inundaciones provocadas por el Katrina en Nueva Orleans, aconsejó a sus habitantes que, si necesitaban ayuda médica o consuelo, acudieran a las brujas locales y a los ritos paganos), permitiera que el Instituto contra el Cáncer Dana-Farber, adscrito a la Universidad, promocionara el uso del Reiki.
Veamos por nosotros mismos algunos de los últimos trabajos sobre el Reiki y decidamos por nuestra cuenta y criterio. Hace sólo unos días apareció un trabajo publicado por Deborah Bowden y su grupo, de la Universidad de Londres, sobre los beneficios del Reiki sobre la salud y el bienestar. Participan 35 adultos sanos que se dividen en dos grupos, uno con Reiki y el otro sin imposición de manos. El Reiki se aplica sobre ellos por un investigador que se sienta a su espalda y les da Reiki o no según a que grupo pertenecen, todo ello sin que el sujeto se entere. Las diferencias entre los grupos se extraen de los informes de los propios participantes sobre como se sienten de ánimo, si tienen problemas de sueño y si presentan síntomas de enfermedades. Este trabajo es interesante porque, además, miden el cortisol en la saliva (recordad que una hormona que se produce en situación de estrés), o sea, que hay una medida objetiva sobre el Reiki y no sólo medidas subjetivas (los informes de los participantes).
Es curioso que los que no conocían el Reiki mejoran en sus síntomas de enfermedad mientras que los que sabían de antemano lo que era, empeoran. De todas formas, el cortisol no presenta variaciones entre los dos grupos.
Y, para terminar, una visión más de conjunto es la que presentan Sondra vanderVaart y su grupo, de la Universidad de Toronto, que han realizado un meta-analisis, es decir, un análisis de los trabajos publicados hasta diciembre de 2008 sobre los efectos del Reiki. Encuentran 12 trabajos y, de ellos, 9 detectan efectos terapeúticos del Reiki y, simultáneamente, son estos 9 trabajos los que tienen un valor estadístico pobre. Según las conclusiones de vanderVaart y sus colegas, se necesitan trabajos mucho más controlados para demostrar el valor del Reiki sobre el del efecto placebo.
*Bowden, D., L. Goddard & J. Gruzelier. 2010. A randomised controlled single-blind trial of the effects of Reiki and positive imagery on well-being and salivary cortisol. Brain Research Bulletin 81: 66-72.
*vanderVaart, S., V.M.G.J. Gijsen, S.N. de Wildt & G. Koren. 2009. A systematic review of the therapeutic effects of Reiki. Journal of Alternative and Complementary Medicine 15: 1157-1169.
*Weissmann, G. 2009. Witchcraft and Reiki: Voodoo economics and voodoo healing. FASEB Journal 23: 1617-1621.