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Eduardo Angulo Pinedo

La biología estupenda

Más dejar de fumar

Ayer quedamos en que se puede dejar de fumar sin engordar: sólo hay que controlar el peso a la vez que se abandona el tabaco. Incluso, si se controla el peso, es más fácil dejar de fumar. Y, por otra parte, los reclutas del ejército griego nos demostraron que los fumadores comen menos porque han perdido en gran parte el sentido el gusto. Sus papilas gustativas están bastante estropeadas pero, si se deja de fumar, el proceso parece que es reversible. Además, Kate Janse Van Rensburg y su grupo, de la Universidad de Exeter, en Inglaterra, nos demuestran que hacer ejercicio quita las ganas de fumar. En consecuencia, ese ejercicio que impide que engordemos, también nos ayuda a dejar de fumar. Van Rensburg somete a 20 fumadores habituales a sesiones moderadas de ejercicio de 15 minutos de bicicleta en el gimnasio, cada dos días. Mientras tanto, los controles disfrutan de 15 minutos de sillón. Antes de cada sesión, los fumadores deben pasar 15 horas sin fumar exagerar la abstinencia. El deseo de fumar se mide con los movimientos involuntarios del ojo (¿quién no recuerda la prueba Voight-Kampff de Blade Runner?) minetras ven imágenes de personas fumando o imágenes neutras. Esta prueba nos da la ansiedad por fumar, y a ello añadiremos las respuestas de los propios sujetos sobre su síndrome de abstinencia; estas medidas se toman antes, en medio de los 15 minutos y después de la prueba.

Según los resultados, el deseo de fumar es significativamente más bajo en medio y al final del experimento en los que están en la bicicleta que en los que descansan en el sofá. Es decir, el ejercicio, en sesiones moderadas de 15 minutos, hace olvidar el “mono” del tabaco, por lo menos durante algún tiempo.

Recapitulemos: podemos dejar de fumar sin engordar si, a la vez, controlamos el peso y, para ello, lo mejor es hacer ejercicio; cuando fumamos, comemos menos porque perdemos el sentido del gusto que, si dejamos el tabaco, podemos recuperar; y si, para controlar el peso, hacemos ejercicio, descubriremos que fumamos menos sólo por el hecho de hacer ejercicio. Sigamos: ahora veremos cómo el ejercicio interfiere en nuestro apetito. No sólo significa gasto en calorías sino que, el ejercicio, en sesiones de 60 minutos de correr en cinta, interfiere en la síntesis de las hormonas que controlan el apetito. Lo han estudiado David Broom y su grupo, de la Universidad de Loughborough, en Inglaterra, con 11 estudiantes en tres sesiones de ocho horas. Las tandas de ejercicio son fuertes pero 60 minutos de cinta disminuyen la síntesis de ghrelina y del péptido YY, que estimulan el apetito, y 90 minutos de pesas afectan a la ghrelina pero no al péptido YY. Queda por ver en cuánto afectan a la toma real de alimento los niveles finales, después del ejercicio, de estas hormonas.

Para acabar: dejamos de fumar y no engordamos si controlamos el peso; el peso lo controlamos haciendo ejercicio que consigue que el tabaco sea menos deseable; y, a la vez, el propio ejercicio sirve para quemar calorías y para interferir con las hormonas que controlan nuestro apetito. En resumen, comeremos menos y gastaremos más calorías si dejamos de fumar y controlamos el peso con más ejercicio. Y siempre teniendo en cuenta que habrá ratos en que nos apetecerá más comer pues estaremos recuperando el gusto, sobre todo el gusto por las cosas buenas.

*Broom, D., R.L. Batterham, J.A. King & D.J. Stensel. 2009. Influence of resistance and aerobic exercise on hunger, circulating levels of acylated ghrelin, and peptide YY in healthy males. American Journal of Physiology – Integrative and Comparative Physiology 296: R29-R35.

*Van Rensburg, K.J., A. Taylor & T.Hodgson. 2009. The effects of acute exercise on attentional bias towards smoking-related stimuli during temporary abstinence from smoking. Addiction 104: 1910-1917.

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Por Eduardo Angulo

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