Hace unos días, y tratando de música y bebés, ya vimos como eran capaces de reconocer el ritmo a los 2-3 días de nacer. Cuando se trata del lenguaje, se activa específicamente el hemisferio izquierdo del cerebro, como demostraron hace unos años Marcela Peña y su grupo de la Escuela Internacional de Estudios Avanzados de Trieste, en Italia. Con 12 niños, también de 2 a 3 días de edad, estudiaron su actividad cerebral al escuchar el lenguaje normal, las mismas frases emitidas al revés y, como control, el silencio. Con el lenguaje normal se activa el hemisferio izquierdo y, con mucha menos intensidad, con el lenguaje al revés y con el silencio (Por cierto y entre paréntesis, en 2005, Juan Toro y sus colegas del Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona, trabajando con ratas de 3 meses de edad, descubrieron que distinguían entre holandés y japonés, pero que no se aclaraban en ninguno de los dos idiomas si los escuchaban al revés; curioso). Por tanto, el recién nacido (de la especie humana, de nuevo) ya oye a los 2-3 días de nacer.
Pero, ¿qué escucha el bebé? Otra vez Marcela Peña y su grupo intentan responder. Trabajan con 22 recién nacidos y un método similar al del artículo anterior. Les hacen escuchar palabras inventadas que siguen una determinada repetición de sonidos: por ejemplo, palabras ABB como mubaba, talulu o penana, con dos sonidos iguales y contiguos; palabras ABC como mubage, talupi o penaku, sin sonidos iguales; y palabras ABA como bamuba, lutalu o napena, con sonidos iguales no contiguos.
En un primer experimento, Peña y su equipo comparan las respuestas del cerebro de los bebés a las palabras tipo ABB y ABC. El niño reacciona, en sus lóbulos temporal y frontal izquierdos, a las palabras ABB, es decir, con repeticiones contiguas (¿de aquí vendrán bebé, mamá, papá, yaya, tata, baby, daddy, …?) mucho más que a las palabras ABC, es decir, sin repeticiones. Además, la reacción a las ABB aumenta si se repite varias veces, por lo que existe ya una cierta capacidad de aprendizaje. En un segundo experimento comparan las palabras ABC con las ABA, que tienen repeticiones no contiguas. El bebé no las distingue; su cerebro no reacciona ante el sonido de las palabras ABA. En conclusión, el recién nacido reacciona a palabras que tienen repeticiones de sonido contiguas y, quizá, por eso también reconocen el ritmo de la música, como escribía en el post anterior.
*Gervain, J., F: Macagno, S. Cogoi, M. Peña & J. Mehler. 2008. The neonate brain detects speech structure. Proceedings of the National Academy of Sciences USA 105: 14222-14227.
*Peña, M., A. Maki, G. Dehaene-Lambertz, H. Koizumi, F. Bouquet & J. Mehler. 2003. Sounds and silence: An optical topography study of language recognition at birth. Proceedings of the National Academy of Sciences USA 100: 11702-11705.
*Toro, J.M., J.B. Trobalon & N. Sebastián-Gallés. 2005. Effects of backward speech and speaker variability in language discrimination by rats. Journal of Experimental Psychology: Animal Behavior Processes 31: 95-100.