Entre los productos químicos que contienen flúor en su composición están los Polifluoroalkilos (PFCs, de ahora en adelante). Han tenido y tienen, desde 1950, múltiples usos comerciales: surfactantes, lubricantes, revestimientos textiles y de papel, abrillantadores, envolturas de alimentos o espumas ignífugas. Su función más característica y por la que son más utilizados es que repelen el agua. Con todas las precauciones debidas a que no tengo confirmación en la literatura científica que he consultado, los PFCs entran en la composición de productos comerciales tan conocidos como el Teflón, el Stainmaster, el Scotchgard de 3M y el Gore-Tex.
Hasta hace no muchos años, se consideraba que, en cuanto a la salud humana y de los ecosistemas, los PFCs eran productos inertes. Sin embargo, en una revisión de Antonia Calafat y su grupo, del Centro para la Prevención y Estudio de Enfermedades de Atlanta, se revelaba que los PFCs están, en concentraciones medibles, en la sangre de los norteamericanos; en realidad, en el 98% de los norteamericanos. Sin embargo, seguía sin conocerse ningún efecto nocivo a pesar de estar presente en la sangre de casi toda la población. Incluso alguno de los PCFs había bajado de concentración en sangre entre 1999 y 2004 debido, seguramente, a un cambio en el método de su fabricación. Además, según Christopher Lau y su equipo, de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos en Research Triangle Pak, Carolina del Norte, tampoco se conocía su vía de entrada en el cuerpo humano. Sin embargo, tanto Antonia Calafat como Christopher Lau ya empiezan a revisar y presentar algunos estudios sobre la posible toxicidad de estos compuestos en animales de laboratorio.
Sin embargo, acaban de presentarse dos trabajos que ya relacionan efectos perniciosos en nuestra especie con la concentración de PFCs en sangre. En el primero, Chunyuan Fei y sus colaboradores, de la Universidad de California en Los Angeles, han encontrado una relación entre algunos de los PCFs y una disminución de la fecundidad en mujeres. Las concentraciones más altas en sangre se relacionan estadísticamente (recordar que esto significa que hay relación pero que sea causa y efecto; esto se debe demostrar con otro tipo de aproximación) con el mayor número de meses que la mujer tarda en quedar embarazada en un embarazo planeado. El estudio está hecho con mujeres danesas.
Y en el segundo estudio, dirigido por Jessica Nelson, de la Universidad de Boston, se ha encontrado una relación que, a mi parecer, es totalmente inesperada y hasta curiosa: las mayores concentraciones de algunos de los PCFs se relacionan con una mayor concentración de colesterol en sangre. Otra vez es la estadística la que nos descubre una relación, pero nada más. Cómo pueden estos PCFs influir en la concentración de colesterol es algo que todavía no se conoce.
Como ven, los PCFs no son tan inertes como parecía, entran en el cuerpo humano, y tienen, con seguridad, más de un efecto. Queda mucho por investigar.
*Calafat, A.M., L.-Y. Wong, Z. Kuklenyik, J.A. Reidy & L.L. Needham. 2007. Polyfluoroalkyl chemicals in the U.S. population: data from the National Health and Nutrition Examination Survey (NHANES) 2003-2004 and comparisons with NHANES 1999-2000. Environmental Health Perspectives 115: 1596-1602.
*Fei, C., J.K. McLaughlin, L. Lipworth & J. Olsen. 2009. Maternal levels of perfluorinated chemicals and subfecundity. Human Reproduction 24: 1200-1205.
*Lau, C., K. Anitole, C. Hodes, D. Lai, A. Pfahles-Hutchens & J. Seed. 2007. Perfluoroalkyl acids: A review of monitoring and toxicological findings. Toxicological Sciences 99: 366-394.
*Nelson, J.W., E.E. Hatch & T.F. Webster. 2009. Exposure to polyfluoroalkyl chemicals and cholesterol, body weight, and insulin resistance in the general U.S. population. Environmental Health Perspectives doi:10.1289/ehp.0901165