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Eduardo Angulo Pinedo

La biología estupenda

Ajo (III)

De nuevo más ajo; está claro que vuelvo sobre el ajo una y otra vez. Esta planta es eficaz contra las enfermedades cardiovasculares y, según Tariq Abdullah y su grupo, de la Fundación Clínica y de Investigación Akbar, de Panama City en Florida, el ajo actua en hiperlipidemia, cáncer, intoxicación con metales pesados, hipertensión, daño por radicales libres y estados de inmunodeficiencia. Todo esto en 1988, pero, en el 2001, Khalid Rahman revisa los estudios publicados en los últimos años que se centran en la relación entre el ajo y, en concreto, las enfermedades cardiovasculares. Estas enfermedades son causadas por varios factores, algunos de ellos poco conocidos, como nivel alto de colesterol, hipertensión, fibrinolisis (es decir, desaparición de coágulos de sangre) reducida, aumento de la rapidez en la formación de coágulos y aumento de la agregación de plaquetas (partículas de la sangre que intervienen en la formación de coágulos). Como ven, algunos de estos procesos, que intervienen en las enfermedades cardiovasculares según Rahman, son los mismos que atenúa el ajo según Abdullah y sus colaboradores. Es fácil plantear la hipótesis de que el ajo puede ayudar contra estas dolencias.

Según la revisión de Rahman, está demostrado que el ajo normaliza la concentración de lípidos en sangre, la fibrinolisis, la agregación de plaquetas y la bajada de la tensión sanguínea. Sin embargo, los trabajos publicados no lo acaban de demostrar sin ninguna duda pues son muy diferentes en cuanto a los métodos y, en consecuencia, no son fáciles de comparar.

Además, queda por dilucidar cómo preparar el ajo para que sea más eficaz: crudo, picado, cocinado, seco,… Hace unos días, Subhendu Mukherjee y sus colaboradores, de la Universidad de Connecticut en Farmington, han publicado un estudio, hecho en ratas, que prueba que es el ajo crudo el más eficaz sobre los parámetros de la sangre. Los autores utilizan tres grupos de ratas; a uno lo alimentan con ajo crudo, a otro con ajo seco y al último, sin ajo. A los 30 días las ratas son sacrificadas, se les extrae el corazón y se les provoca un infarto coloncando los corazones en atmósfera sin oxígeno. Las ratas alimentadas con ajo responden mucho mejor a la terapia. El ajo crudo libera sulfuro de hidrógeno, de ahí su olor caraterístico, y este compuesto es relajante de las arterias y venas, permitiendo que aumente su diámetro y, en consecuencia, la cantidad de sangre (y oxígeno) que pueden conducir. En las ratas, el ajo acelera la recuperación de la corriente sanguínea en la aorta y aumenta la tensión sanguínea en el ventrículo izquierdo del corazón.

*Abdullah, T.H., O. Kandil, A. Elkadi & J. Carter. 1988. Garlic revisited: Therapeutic for the major diseases of our times? Journal of National Medical Association 80: 439-445.

*Mukherjee, S., I. Lekli, S. Goswami & D.K. Das. 2009. Freshly crushed garlic is a superior cardioprotective agent than processed garlic. Journal of Agricultural and Food Chemistry 57: 7137-7144.

*Rahman, K. 2001. Historical perspective on garlic and cardiovascular disease. Journal of Nutrition 131: 977S-979S.

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Por Eduardo Angulo

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