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Eduardo Angulo Pinedo

La biología estupenda

PowerPoint

Ya se sabe, en la enseñanza hay que estar al día; como se dice en la prensa y en las tertulias y escritos de los enterados, hay que ser cool y, para ello, en clase hay que utilizar el PowerPoint y, así, hacer feliz, o un poco más feliz, a Bill Gates y a Microsoft. Dejemos la tiza y la pizarra, que dan de entera; en todo caso, y lo menos posible, usaremos la pizarra blanca y los rotuladores apropiados (de tinta no permamente). Las transparencias, a la papelera (de reciclaje, eso sí), se han quedado anticuadas, están out; se acabó el zumbido del ventilador del proyector, el calor tórrido que produce su bombilla, por cierto, muy temperamental y con tendencia a fundirse en el clímax de la lección, se acabó también el rotulador para escribir en la transparencia (por cierto, que la transparencia para chorro de tinta siempre termina en la impresora láser, y viceversa), y se acabaron las propias transparencias, con su tendencia a resbalar unas sobre otras y acabar en el suelo echas un follón desordenado. Ahora lo cool, como decía, es el PowerPoint, el portátil e ir a clase con el pendriver (¿se dice así?) y sin más sabiduría que la que cabe en ese chisme tan diminuto. Como mucho, también se puede llevar un láser para señalar.

Pero siempre hay quién cuestiona estas cosas de la high tech y de las TICs. Stephen Mahar y su grupo, de la Universidad de Carolina del Norte en Wilmington, se preguntan sobre la eficacia del PowerPoint. No niegan su importancia pero, quizá, su uso sea exagerado y sin los controles y estudios apropiados. Mahar y sus colegas se plantean el uso de las herramientas del PowerPoint que permiten ir sumando textos, imágenes y videos a cada una de las diapositivas. Plantean la hipótesis de que tanta información sature a los alumnos y consiga que el aprendizaje de la lección (se supone que lo que se enseña es más importante que cómo se enseña, aunque a veces incluso yo lo dudo por las cosas que uno llega a oir en cursillos y a compañeros de profesión) no sea eficaz. Plantean un experimento con dos grupos de alumnos que van a recibir la misma lección, uno de ellos con PowerPoint con animación y el otro, con las mismas diapositivas pero sin animación.

Los resultados son claros: el segundo grupo, el que recibe la lección sin animación saca mejores notas. Ya sé que habrá quien diga que esto de que las notas sean mejores no tiene importancia, pero uno es un clásico y le gusta que las notas le indiquen qué tal van los alumnos en cuanto a lo que saben. No me gustaría que los biólogos del futuro supieran hacer las más brillantes presentaciones de PowerpOint del mundo y no supieran nada de Biología Celular. En fin, que Mahan y sus colegas suponen que la entrada continua de información a la diapositiva exige una atención muy profunda que, a la menor distracción o duda, se rompe, lo cual es más fácil de corregir si el alumno tiene ante sí la diapositiva completa todo el tiempo que dura la explicación. Le permitirá moverse atrás y adelante por la explicación, para corregir conceptos, dudas y vacilaciones; la entrada continua de datos con la animación intenta llevar al alumno siempre en una sola dirección, desde la ignorancia a saberlo todo, y eso supone aplicar demasiados recursos en el aprendizaje. Es costoso y difícil y, según este estudio, también es poco eficaz.

Sin embargo, si sus alumnos no aprenden tanto como usted quiere, siempre hay una solución. Travis Proulx y Steven Heine, de las universidades de California en Santa Barbara y de la Columbia Británica en Vancouver, respectivamente, han demostrado que el aprendizaje de la gramática mejora si los alumnos han leido previamente un cuento de Franz Kafka, Un médico rural, o han visto Terciopelo azul, película de culto de David Lynch. Según los autores, entender, tras el esfuerzo correspondiente, el cuento o la película ayuda a los alumnos a desarrollar habilidades que luego aplican a nuevas tareas, yo supongo que incluso aunque no se refieran exclusivamente a la gramática. Incluso los investigadores reescriben y simplifican el cuento de Kafka y los alumnos que lo leen así, dulcificado, obtienen peores resultados en la tarea posterior. O sea que, ya saben, mis queridos maestros, Kafka y David Lynch son la solución. A ver si de una vez por todas se enteran en el Ministerio esos expertos en amontonar contenidos.

*Mahar, S., U. Yaylacicegi & T. Janicki. 2009. The dark side of custom animation. International Journal of Innovation and Learning 6: 581-592.

Proulx, T. & S.J. Heine. 2009. Connections from Kafka: Exposure to meaning threats improves implicit learning of an artificial grammar. Psychological Science 20: 1125-1131.

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