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Eduardo Angulo Pinedo

La biología estupenda

Padres

Volvamos a los padres y a los niños, de los que tanto escribo últimamente. Es evidente: son los padres los que educan y hacen felices a sus hijos. Por tanto, hay multitud de intervenciones de los padres en la vida y la conducta de sus hijos que podemos estudiar. Por ejemplo, el tiempo que dedican a la televisión. El grupo de Leonard Epstein, de la Universidad del Estado de Nueva York en Buffalo, ha estudiado el tiempo que los niños de 4 a 7 años pasan viendo la televisión y su influencia sobre el Índice de Masa Corporal (IMC), ya conocido pues lo hemos utilizado en otras entradas para definir el grado de obesidad. Los autores estudian, en 70 niños, las variaciones del IMC y su relación con el sexo y edad del niño, tiempo de televisión y uso de ordenador, alimentación y actividad física. Forman dos grupos de niños y en uno de ellos bajan el tiempo de televisión y ordenador a la mitad, y toman los datos cada seis meses durante dos años. En los niños con menos tiempo de televisión (hasta 17 horas por semana menos), disminuye el IMC (teniendo en cuenta edad y sexo, hasta un cuarto), la conducta sedentaria y la toma de energía en la alimentación, y todo esto funciona mejor en familias de buen estatus socioeconómico. Es curioso que la disminución de tiempo de televisión y ordenador no cambie la actividad física de los niños aunque, como hemos visto, baje la alimentación energética y el IMC.

Pero no sólo en el aspecto físico influyen las horas de televisión. Dimitri Christakis y sus colaboradores de la Universidad de Washington en Seattle, han descubierto que a más televisión, menos vocabulario y menos conversación tienen los niños y esto se debe, según los autores, a que la televisión impide la conversación entre padres e hijos con lo que los niños aprenden menos palabras (y esto a pesar del terrible ruido de fondo que supone a menudo la televisión; por lo visto, los niños son más listos de lo que parece y, aunque la ven, no la escuchan). Christakis y su grupo estudiaron la conducta de 329 niños, de 2 a 48 meses de edad, que veían la televisión en días al azar durante, por lo menos 24 meses; a la vez, medían las palabras de los adultos dirigidas a los niños, las vocalizaciones de los niños y su conversación. A más televisión, y, según los investigadores, cada hora cuenta, hay menos vocalización (hasta un 25%), menos duración de la vocalización (hasta un 25%), y menos conversación (casi hasta un 25%). También los padres hablan menos con más televisión.

Es más, viendo esto, podemos, por lo menos, intentar dar la vuelta a la situación. Para ello, Barry Zuckerman y su grupo, de la Universidad de Boston, proponen que la lectura de los padres con los hijos mejora el desarrollo intelectual de los niños y, así, estarán mejor preparados para el colegio. Los autores han revisado todos los estudios publicados sobre este asunto y la conclusión es clara: los padres que leen con sus hijos, sobre todo si lo hacen con interés y compromiso, conseguirán en los niños una alfabetización temprana, el desarrollo de su lenguaje y una mejor relación entre padres e hijos. Además, se promueve un amor a la lectura que es, incluso, más importante que las competencias (palabra de moda) concretas que desarrolla el niño. Y la lectura conjunta consigue que el padre ayude, con su experiencia, a un mejor conocimiento del mundo para su hijo, al ayudarle a interpretar correctamente lo que la lectura significa. Desde el punto de vista social, si los educadores detectan familias con padres que no pueden ayudar a sus hijos en la lectura (más que nada, por su nivel de educación), deben asumir ellos esa labor, y leer en la guardería, el aula, el recreo o cuando sea junto a esos niños.

En resumen: la televisión engorda, que sus hijos no la vean mucho; la televisión enmudece, que sus hijos no la oigan mucho; y sus hijos aman la voz de sus padres cuando leen un cuento, háganlo, no hay excusas.

*Christakis, D.A., J. Gilkerson, J.A. Richards, F.J. Zimmerman, M.M. Garrison, D. Xu, S. GRay & U. Yapanel. 2009. Audible television and decreased adult words, infant vocalizations, and conversational turns. Archives of Pediatrics and Adolescent Medicine 163: 554-558.

*Duursma, E., M. Augustyn & B. Zuckerman. 2008. Reading aloud to children: the evidence. Archives of Disease in Chilshood 93: 554-557.

*Epstein, L.H., J.N. Roenmich, J.L. Robinson, R.A. Paluch, D.D. Winiewicz, J.H. Fuerch & T.N. Robinson. 2008. A randomized trial of effects of reducing television viewing and computer use on Body Mass Index in young childen. Archives of Pediatrics and Adolescent Medicine 162: 239-245.

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