La mortalidad aumenta en épocas de crisis. Estamos en época de crisis y, por tanto, aprendamos de lo que les ha pasado a los demás en otrso tiempos difíciles. Vamos a estudiar una crisis que quizá no somos capaces de hacernos idea de lo que significó para quienes la sufrieron, y que fue, por ahora, mucho peor que la nuestra, la de estos tiempos que vivimos. Viajemos atrás unos veinte años: estamos en la Unión Soviética y vamos hacia su desaparición, a finales de los ochenta y principio de los noventa del siglo pasado. No muchos años después del cambio político y social, en 1998, Peter Walberg y su grupo, de la Universidad de Uppsala, en Suecia, ya detectaron, en Rusia, un aumento de la criminalidad, unido a un cambio económico brusco y a un aumento de la mortalidad. Entre 1990 y 1994, en la Rusia europea, la esperanza de vida de los recién nacidos cae en 9 años, el sueldo en un 14,7%, la temporalidad en el empleo alcanza a la mitad de los contratados, el índice de producción industrial cae un 51% y la criminalidad crece un 48.6%. En resumen, el entorno vital de los rusos sufre un cambio brusco y a peor que influye en su alimentación, cuidados médicos (a menudo proporcionados por la propia empresa a través del empleo) y, en definitiva, en su salud, esperanza de vida y mortalidad. El panorama es peor en las ciudades, es parecido para hombres y mujeres, afecta sobre todo a los que tienen entre 30 y 60 años y está, en gran parte, directa o indirectamente asociado a accidentes y al consumo de alcohol.
Este año, casi 20 años después del cambio en Rusia, el grupo encabezado por David Stuckler, de la Universidad de Cambridge, se centra en alguno de los procesos que tuvieron lugar durante el cambio. En concreto, analizan la privatización de las empresas estatales y su relación con el aumento de mortalidad, no sólo en Rusia sino también en el resto de países de Europa del este.
Stuckler y su grupo estudian la mortalidad n hombres de 15 a 59 años desde 1989 a 2002. La media de aumento de la mortalidad que se asocia a los procesos de privatización, en toda la zona de estudio, es del 12.8%. En el mismo tiempo, el paro aumenta un 56.3%. Sin embargo, no todos los países siguen el mismo ritmo. En los que llevan a cabo una privatización rápida, como Rusia, Kazakhstán, Letonia, Lituania y Estonia, el índice de paro se multiplica por tres (305%) y la mortalidad sube un 42%. En el otro extremo están los países que siguen un cambio gradual, como Albania, Croacia, República Checa, Polonia y Eslovenia, con aumentos del paro del 2% y caída de la mortalidad del 10% (subrayo el dato: no sube la mortalidad sino que baja).
Además, Stuckler y su grupo descubren la importancia de las instituciones que vertebran la sociedad civil en una democracia. La pertenencia a una asociación de cualquier tipo, sea un sindicato, una iglesia o grupo religioso, club deportivo o partido político, funciona como defensa para atenuar el golpe de una crisis semejante a la descrita: por cada 1% de población que pertenece a un grupo como los descritos, baja en un 0,27% la relación entre privatización y mortalidad, y cuando se alcanza que el 45% de toda la sociedad pertenece a un grupo, la privatización no incide en la mortalidad. En resumen, un capital social alto y un alto grado de vertebración de la sociedad civil es esencial para sobreponerse a crisis tan terribles como la ocurrida en la Europa del este a finales del siglo XX. Aprendamos de ello y no lo olvidemos.
*Stuckler, D., L. King & M. McKee. 2009. Mass privatisation and the post-communist mortality crisis: a cross-national analysis. Lancet 373: 399-407.
*Walberg, P., M. McKee, V. Shkolnikov, L. Chenet & D.A. Leon. 1998. Economic change, crime, and mortality crisis in Russia: regional analysis. British Medical Journal 317: 312-318.