(Es raro empezar un texto con un paréntesis, pero creo importante que antes de empezar repaséis la entrada Carne). Las características que hombres y mujeres buscan en sus parejas varían; la respuesta de los hombres suele ser que buscan mujeres fértiles, jóvenes y fieles, y las mujeres que quieren hombres con estatus alto, recursos y compromiso con la descendencia; ambos sexos intercambian lo que tienen y buscan la pareja ideal. Según Peter Todd y su equipo, del Instituto Max Planck de Desarrollo Humano de Berlín, los hombres eligen a su pareja por su atractivo físico, mientras que las mujeres, que discriminan mucho más que los hombres, eligen a su pareja según su nivel económico y el nivel de atractivo físico que consideran que tienen ellas mismas. En el estudio participan 21 mujeres y 26 hombres de Munich, entre 26 y 40 años, a través de cuestionarios via web y series de citas rápidas, de entre tres y siete minutos.
En resumen, la especie humana funciona como los demás mamíferos: mujeres selectivas y machos que compiten entre sí. Por ello, los hombres se fijan en la belleza de las mujeres y hacen muchas más ofertas que las mujeres, pero aceptan a aquellas que están por debajo de su ideal. En cambio, las mujeres son mucho más selectivas, ofertan muy poco, exigen buen nivel económico en relación con los compromisos futuros con ellas y con los hijos y su listón lo colocan de acuerdo con su propio atractivo.
Hay quien traduce el alto estatus económico que parecen buscar las mujeres con lo que se podría llamar dominación o, si se quiere, el uso de tácticas coercitivas (o sea, la mala leche, en lenguaje de andar por casa). Sin embargo, el trabajo de Jeffrey Snyder y su grupo, de la Universidad de California en Los Angeles, demuestra que lo que buscan las mujeres en su pareja, más que un hombre dominante, es un hombre con prestigio. La dominación la aceptan, como mucho, en relaciones esporádicas. Los resultados se obtienen de las respuestas que las alumnas de dos universidades dan sobre viñetas que representan diferentes imágenes de dominio y de prestigio. Un indicador preciso y, a la vez, peculiar, es que las mujeres aceptan actitudes dominantes en los hombres en competiciones deportivas entre ellos pero no cuando tienen la misma actitud en las relaciones personales. En resumen, las mujeres prefieren el prestigio antes que el dominio en sus parejas y, además, que lo apliquen a su relación si esta es a largo plazo.
Y esto de tener buena posición económica y prestigio no se puede esconder, tal como demuestran Michael Kraus y Dacher Keltner, de la Universidad de California en Berkeley. En lo que se ve de ese estatus socioeconómico influyen muchos factores como la riqueza, las ocupaciones laborales, el centro de estudios, la comida o los hobbies, y todo ello unido, influye en la salud. El alto estatus se nota en la casa en que viven, los coches que conducen o el número de Manolos en el armario de los zapatos, pero según Kraus y Keltner, hay indicadores más sutiles.
En las entrevistas, los sujetos con alto estatus y ricos, muestran una conducta más desenfadada, jugueteando con objetos personales o garabateando en el cuaderno, mientras que los entrevistados de bajo estatus están más atentos, asienten con la cabeza, se ríen y mantienen el contacto visual con el entrevistador. Los observadores independientes que revisaron las entrevistas también acertaron con el estatus de los sujetos, a pesar de utilizar sólo su lenguaje corporal. Según los autores, los ricos se pueden permitir un comportamiento no muy atento puesto que la posibilidad de su acceso a cualquier institución o trabajo los hace menos dependientes de la opinión ajena. Así que no intente engañar a las señoras en cuanto a su estatus, por lo menos hasta después de perfeccionar su lenguaje corporal.
De todas formas, no piensen ustedes que esto de ser rico es una panacea para encontrar pareja y, además, a la más hermosa del lugar. Según Simon Chu y sus colegas, de la Universidad del Centro de Lancashire, en Preston, Inglaterra, aseguran que ser rico está bien, pero que ser rico y atractivo ya no es tan bueno. Estudiando las respuestas de 186 universitarias ante 60 fotografías y las respuestas a anuncios de la sección de contactos, en los que se especifica la profesión y el estatus del solicitante, resulta que eso de que sea guapo y rico es un peligro más que una doble ventaja. Por lo que deducen los autores, un hombre así es, por definición, muy atractivo para otras mujeres y, llegado el caso, puede que se largue con la niñera, o algo parecido; las mujeres buscan relaciones comprometidas a largo plazo y, además, que tengan muy en cuenta el cuidado de los hijos. Lo que funciona es ser atractivo pero de un estatus medio; lo de ser poco atractivo pero con mucho estatus, no parece tan ventajoso.
*Chu, S., R. Hardaker & J.E. Lycett. 2007. Too good to be “true”? The handicap of high socio-economic status in attractive males. Personality and Individual Differences 42: 1291-1300.
*Kraus, M.W. & D. Keltner. 2009. Signs of socioeconomic status. A thin-slicing approach. Psychological Science 20: 99-106.
*Snyder, J.K., L.A. Kirkpatrick & H.C. Barrett. 2008. The dominance dilemma: Do women really prefer dominant mates? Personal Relationships 15: 425-444.
*Todd, P.M., L. Penke, B. Fasolo & A.P. Lenton. 2007. Different cognitive processes underlie human mate choices and mate preferences. Proceedings of the National Academy of Sciences USA 104: 15011-15016.