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Eduardo Angulo Pinedo

La biología estupenda

Cambio climático

Intuíamos hace tiempo que, si a alguien le iba a perjudicar la epidemia de obesidad que recorre el mundo desarrollado, sería a las líneas aéreas estando como están acostumbradas a empaquetar con la mayor eficacia tanto a las maletas como a los pasajeros. Hace unos días la prensa nos anunciaba que varias líneas aéreas (Ryanair, United Airlines) obligarán a los viajeros obesos a comprar dos billetes. Ryanair establece que “La compañía da varias opciones: aplicar la tasa a los varones que pesen más de 130 kilos y a las mujeres que superen los 100, encarecer el billete de los varones con más de 114 centímetros de contorno de cintura y de las mujeres con más de 101, o bien penalizar a quienes superen en 40 puntos su Índice de Masa Corporal (IMC) óptimo -superarlo en 30 puntos indica obesidad-. La última opción consiste en obligar a los pasajeros a que compren dos billetes si tocan con su cintura los dos reposabrazos de forma simultánea.”

En Estados Unidos, fueron las autoridades reguladoras las que, visto que los americanos habían subido de peso una media de 4,5 kilogramos durante la década de los 90, ya habían ordenado que se calculase un peso por pasajero de 82 kilogramos en verano y 84 en invierno, tal como nos cuentan Andrew Dannenberg y sus colegas, del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de Atlanta. Además, como en 2003 hubo un accidente en el que quizá el peso tuvo algo que ver, la autoridad ordenó añadir 4,5 kilogramos a todas estas cifras.

Según Dannenberg y para el año 2000, este aumento de peso en los americanos supone un aumento de combustible de un 2,4%, con un gasto de 275 millones de dólares y, por si fuera poco, con un gran coste medioambiental debido a la emisión de 3,8 millones de toneladas de CO2 y pequeñas cantidades de NO2 y CO. En fin, la epidemia de obesidad y el cambio climático están relacionados, más o menos.

Pero han sido Phil Edwards y Ian Roberts, de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, quienes han podido demostrar una relación entre el Índice de Masa Corporal y la emisión de gases con efecto invernadero. Para ello han tenido en cuenta el gasto de energía necesario para alimentar (y engordar) a la población, así como el mayor gasto de combustible para transportar a unos pasajeros cada vez más pesados. Según sus resultados, mantener a una población con un 40% de obesos (más o menos, Estados Unidos en la actualidad) requiere un 19% más de energía en alimentos, y si a esta cantidad le sumamos el gasto en transporte, para una población de mil millones las emisiones de dióxido de carbono creceran entre 400 y mil millones de toneladas por año.Y en casi todos los países del mundo el IMC sigue creciendo.

En resumen, manténganse sanos y esbeltos y ayudarán a la lucha contra el cambio climático. Un IMC óptimo equivale a un mundo sano: Mens sana in corpore sano en un mundo sano (esto último no sé decirlo en latín; perdonen mi ignorancia inexcusable).

*Dannenberg, A.L., D.C. Burton & R.J. Jackson. 2004. Economic and environmental costs of obesity. The impact on airlines. American Journal of Preventive Medicine 27: 264.

*Edwards, P. & I. Roberts. 2009. Population adiposity and climate change. International Journal of Epidemiology doi:10.1093/ije/dyp172

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