Todo el mundo los odia, parece. Se quejan cuando se interrumpe la película, pero hay muchos que aprovechan y salen pitando a mear, o a la cocina a picar algo, o quién sabe a hacer qué cosa. Hay que aprovechar la ocasión, pero siempre con el cabreo y la queja a cuestas. De qué hablo, se dirán, pues creo que ya lo saben, es de la publicidad en televisión. Pero, para desgracia, escarnio y vergüenza de muchos, siempre hay algún científico raro por ahí suelto que parece que se aburre, e investiga los asuntos más nimios e, incluso, aquellos como este del que aquí trato, en el que todos estamos de acuerdo: los anuncios en televisión son un coñazo. Y, entonces, Leif Nelson y su grupo, de la Universidad de California en San Diego, publican su trabajo y lo echan todo a perder.
Resulta que los autores hicieron ver a 87 universitarios un episodio de la serie Taxi. La mitad lo vieron con anuncios y la otra mitad sin anuncios. A continuación, los estudiantes valoraron y compararon el episodio en una escala entre -5 (comparándola con Happy days, una comedia que todos conocen) y +5 (prefieren Taxi). Y, inesperadamente para los autores y para nosotros, quienes vieron Taxi sin anuncios, prefirieron Happy days, mientras que los que vieron Taxi con anuncios, la prefirieron a Happy days. Incluso citan un trabajo anterior con resultados parecidos: el asunto se trataba de recibir un masaje y resulta que se disfrutaba más si era interrumpido de vez en cuando. En resumen, es más divertida y atrayente la televisión con anuncios.
O sea, ¿qué los anuncios hacen mejor una serie de televisión? Pues parece que sí. ¿Y ustedes se creen que esto no lo sabían ya, desde hace tiempo, los directivos de las cadenas de televisión? Padezco de conspiranoia, parece. Y sin anuncios.
*Nelson, L.D., T. Mayvis & J. Galak. 2009. Enhancing the television-viewing experience through commercial interrumptions. Journal of Consumer Research 36: doi:10.1086/597030