¿Por qué somos infieles? Es un hecho y, además, una molestia que hace a veces difícil la vida en pareja: desconfianza, falta de comunicación, celos, complicaciones en el momento de la elección,… Así, a bote pronto, en las mujeres y según Kristina Durante y Norman Li, de la Universidad de Texas en Austin, un nivel alto de la hormona estradiol en la saliva puede llevar a aprovechar la ocasión y ser infiel a su pareja. Durante y Li midieron el nivel de estradiol, una hormona del ovario ligada a la fertilidad, y la motivación sexual en 52 estudiantes universitarias de entre 17 y 30 años. Miden el estradiol en dos puntos de cada ciclo ovulatorio y preguntan a las participantes sobre su propio atractivo físico y su propensión a engañara a sus parejas. Otros observadores independientes también puntuan el atractivo físico.
Los resultados relacionan en nivel alto de estradiol con una gran percepción de atractivo físico y con la disposición a flirtear, besar y hacer el amor con una nueva pareja; sin embargo, no quieren pasar la noche completa con ella. Y, es curioso, pero el nivel de estradiol se relaciona negativamente con la satisfacción con su pareja, digamos, oficial.
Hay otra manera de estudiar la infidelidad, también mujeres cómo no, que es el utilizado por Lynn Cherkas y su grupo, del Hospital de Santo Tomás, en Londres. Es sencillo, utilizando el registro de gemelos del Reino Unido, buscan 1600 parejas de gemelas y les preguntan sobre episodios previos de infidelidad, número total de parejas sexuales y actitud ante la infidelidad. Según los autores, la infidelidad y el número de parejas sexuales tiene una influencia genética moderada: 41% la infidelidad y 38% el número de parejas, y la relación entre ambos rasgos, es decir, ser infiel y el número total de parejas, es del 47%. Sin embargo, la actitud teórica ante la infidelidad, si queremos decirlo así, no tiene una base genética sino más bien ambiental. Incluso encuentran tres lugares relacionados, aunque más bien poco, con la infidelidad y el número de parejas, en los cromosomas 3, 7 y 20.
Además, este grupo de Lynn Cherkas, intentó relacionar la infidelidad y el número de parejas con el AVPR1A, receptor de la vasopresina, que en roedores se ha demostrado interviene en la propensión a la monogamia, pero no consiguieron demostrar ningún tipo de relación, ni positiva ni negativa.
*Cherkas, L.F., E.C. Oelsner, Y.T. Mak, A. Valdes & T.D. Spector. 2004. Genetic influences on female infidelity and number of sexual partners in humans: A linkage and association study of the role of the vasopressinbreceptor gene (AVPR1A). Twin Research 7: 649-658.
*Durante, K.M. & N.P. Li. 2009. Oestradiol level and opportunistic mating in women. Biology Letters doi:10.1098/rsbl.2008.0709