En 1993, la organización cristiana evangelista True Love Waits inició, en Estados Unidos, un movimiento para animar a los adolescentes a prometer en público y por escrito que se iban a mantener vírgenes hasta el matrimonio. Este movimiento, con la adhesión de otros grupos protestantes y católicos, se extendió por todo el país. Dos años después, en 1995, el 12% de todos los adolescentes (2,2 millones) habían realizado la promesa. En la actualidad, se estima que el 23% de las chicas y el 16% de los chicos han hecho la promesa de virginidad.
El año pasado y en este 2009 han aparecido dos trabajos cuyas conclusiones parecen contradictorias respecto a la eficacia de esta promesa para evitar el sexo temprano en los adolescentes estadounidenses. Por una parte y en 2008, Steven Martino y su grupo, de la RAND Corporation de Pittsburgh, aseguran que la promesa retrasa la primera relación amorosa de los adolescentes que han hecho la promesa. Los autores entrevistaron por teléfono a 1461 adolescentes, de 12 a 17 años, en 2001, y luego volvieron a entrevistarlos un año (2002) y tres (2004) años después.
En los resultados, los autores descubren que la educación previa es importante; el 55,5% de los adolescentes que no han hecho la promesa ya no son vírgenes; los que no han hecho la promesa pero los autores consideran, por otros factores y entre ellos su educación familiar, que estarían dispuestos a hacerlo, han dejado de ser vírgenes un 42,4%; y, finalmente, entre los que han hecho la promesa, sólo el 33,6% ha hecho el amor. Por tanto, la promesa retrasa el momento de la primera relación sexual.
Sin embargo, hay dos datos preocupantes que nos relatan Martino y sus colegas: en primer lugar, entre los que hacen la promesa, las relaciones sexuales no se relacionan con el uso del preservativo y, por ello, pueden llegar a ser peligrosas; y, en segundo lugar, entre los que han hecho la promesa pero siguen siendo vírgenes, hay muchos casos de conductas sexuales no coitales. Quizá por ello, y ya desde 2005, se sabía que la prevalencia de enfermedades de transmisión sexual es igual entre los que hacen la promesa y los que no lo hacen, según la investigación de Hannah Brückner y Peter Bearman.
Y ya muy recientemente, en 2009, Janet Rosenbaum, de la Universidad de Harvard, compara la conducta sexual de quienes han hecho la promesa de virginidad y quienes no hasta cinco años después de la primera entrevista. El estudio comienza en 1995 con 3440 jóvenes mayores de 15 años que no han tenido sexo o han hecho la promesa. En 1996, se compara a los 289 que han hecho la promesa con los 647 que no la han hecho. Y, finalmente, a los cinco años, se comparan sus conductas sexuales y la presencia de enfermedades de transmisión sexual.
A los cinco años, el 82% de los que hicieron la promesa reniegan haber prometido nada. Ambos grupos no difieren en sexo premarital, enfermedades sexuales, y sexo anal y oral. Como ya avisó Steven Martino, los que han prometido usan menos el condón en su primeras experiencias sexuales. En resumen, los resultados de la conducta sexual entre los que prometen y los que no lo hacen es similar.
*Brückner, H. & P. Bearman. 2005. After the promise: the STD consequences of adolescent virginity pledges. Journal of Adolescent Health 36: 271-278.
*Martino, S.C., M.N. Elliott, R.L. Collins, D.E. Kanouse S.H. Berry. 2008. Virginity pledges among the willing: Delays in first intercourse and consistency of condom use. Journal of Adolescent Health 43: 341-348.
*Rosenbaum, J.E. 2009. Patient teenagers? A comparison of the sexual behavior of virginity pledgers and matched nonpledgers. Pediatrics 123: e110-e120.