El efecto de la cafeína sobre el organismo, una vez que se toma un café, comienza unos diez minutos después de beber la taza. Así lo han establecido Ana Adan y su grupo, de la Universidad de Barcelona. Estudiaron una muestra de 688 universitarios (238 hombres y 450 mujeres) a los que se administró café expreso (100 miligramos por taza) y descafeinado (5 miligramos de cafeína por taza; recordar que la gran mayoría de cafés llamados descafeinados tienen trazas de cafeína). Las tomas se hicieron entre las 11 y las 13 horas, y entre las 16 y 18 horas. A continuación, se medía el estado de alerta, la somnolencia y la actividad de los estudiantes a los 10, 20 y 30 minutos de la toma de café.
El primer resultado es que, como ya he dicho, la acción de la cafeína comienza a los 10 minutos de tomar el café y alcanza su mayor efecto a los 45 minutos. La concentración de cafeína en sangre igualmente alcanza el máximo a los 45 minutos, aunque la mitad de esa concentración máxima ya está a los 10 minutos. El efecto dura de dos a tres horas, aunque según el metabolismo del individuo, puede llegar a las cinco horas.
También el café descafeinado provoca un aumento del estado de alerta que, según los autores del trabajo, se debe a un efecto placebo, y aunque no se puede asegurar, la concentración de cafeína en un descafeinado es demasiado baja. Además, mientras el efecto del café normal es mayor y más rápido en los hombres, el efecto de los descafeinados es mayor en las mujeres.
Sin embargo, la cafeína tiene también sus peligros si se consume en exceso, tal como demuestran Simon Jones y Charles Fernyhough, de la Universidad de Durham, en Gran Bretaña. Estos autores investigan en 219 estudiantes de su universidad, de los que 154 son mujeres, su ingestión de cafeína, sumando todas las posibles fuentes: té, café, refrescos (Coca Cola y similares), bebidas energéticas (Red Bull y similares), chocolate y tabletas de cafeína. A su vez, los universitarios rellenan cuestionarios sobre su propensión a tener alucinaciones, manías persecutorias y estrés. No les preguntaron cuántas horas dormían.
Después de analizar los resultados, Jones y Fernyhough llegaron a la conclusión de que la toma de cafeína no tiene relación con las manías persecutorias pero sí con las alucinaciones: tomar más de siete tazas de café al día convierte al sujeto en mucho más propenso a tener alucinaciones que aquellos que sólo toman una taza al día. Estos estudiantes pueden oir voces o ver cosas donde no las hay. Según los autores, la relación puede estar en la hormona cortisol que aumenta tras ingerir cafeína y, también aparece en quien sufre de alucinaciones. Sin embargo, los autores no pueden asegurar si los que toman cafeína sufren alucinaciones por ello o si, por el contrario, quienes sufren alucinaciones son más propensos a tomar cafeína en exceso. Queda para un estudio próximo.
*Adan, A., G. Prat, M. Fabbri & M. Sànchez-Turet. 2008. Early effects of caffeinated and decaffeinated coffee on subjective state and gender differences. Progress in Neuro-Psychopharmacology & Biological Psychiatry 32: 1698-1703.
*Jones, S.R. & C. Fernyhough. 2008. Caffeine, stress, and proneness to psychosis-like experiences: A preliminary investigation. Personality and Individual Differences DOI: 10.1016/j.paid.2008.10.032