Es un fenómeno conocido: es aceptable que un hombre se enfade, pero si lo hace una mujer se la juzga que ha perdido los nervios, es una histérica y, en consecuencia, es menos competente. Victoria Brescoll y Eric Uhlmann, de la Universidad de Yale, realizaron tres experimentos para corroborar esta creencia popular. En primer lugar, con 39 hombres y 30 mujeres, se realizan entrevistas para conseguir un empleo y, en la entrevista, se incluye al azar la visión de un video en que otro entrevistado describe lo que sintió, ira o tristeza, después de un incidente con un compañero en el que han perdido un contrato importante. Después cada sujeto debe asignar un sueldo anual al aspirante protagonista del video. Siempre se asigna el mayor salario al hombre iracundo, luego al hombre triste y a la mujer triste y, por debajo de todos, a la mujer iracunda. En resumen, la ira es buena para que el hombre consiga un mejor estatus pero es negativa para la mujer.
En el segundo experimento, y para evitar la interferencia de la tristeza, los protagonistas de los videos son actores que oponen, en respuesta a la pérdida del contrato, ira frente a falta de emoción. Como antes, los peores salarios son para las mujeres iracundas, independientemente del puesto que ocupen y del estatus que tengan. Parece, como ya he comentado, que una mujer airada es menos competente para el trabajo que realiza. Por ello, en el tercer experimento vuelve a aparecer la mujer airada, pero su ira es razonable pues ha sido su compañero quien ha perdido el contrato. En el estudio participan 51 hombres y 82 mujeres y conceden un salario más elevado a la mujer que se enfada con razón. Es un resultado casi peor que todos los anteriores pues da a entender que, en general, la mujer se enfada sin motivo o el motivo de su enfado no le interesa a nadie, se enfada y con eso ya vale para juzgarla.
Una mujer airada suele responder con la voz más aguda; es lo habitual. Lo que Gregory Bryant y Martie Haselton, de la Universidad de California en Los Angeles, investigaron es si la voz cambiaba, más aguda o más grave, durante el ciclo ovulatorio. Los autores grabaron las voces de 69 mujeres en dos fases de su ciclo, cuando la fertilidad es más baja y cerca de la ovulación, siempre con la confirmación de tests de hormonas en sangre. Y es cierto, las mujeres, según Bryant y Haselton, cambian su voz a más aguda en los periodos más fértiles. Y lo hacen cuando hablan, cuando pronuncian frases, no cuando simplemente emiten vocales o gritos. Parece que una voz más aguda indica mayor juventud y, por tanto, mayor fertilidad; es decir, aumenta el atractivo (la feminidad) para el otro sexo. O, por lo menos, eso sucede en Estados Unidos.
Otro de los mitos sobre el habla de las mujeres es que charlan mucho más que los hombres. Matthias Mehl y su grupo, de la Universidad de Arizona en Tucson, se han encargado de desmontar esta leyenda urbana. Se decía que las mujeres usaban unas 20000 palabras al día y los hombres, más taciturnos, escasamente llegaban a las 7000. Los autores utilizaron un sistema que grababa 30 segundos cada 12 minutos y medio, lo que les permitía hacer un seguimiento durante varios días. Estudiaron a 396 personas, con 210 mujeres y 186 hombres. Como media de 17 de charla, las mujeres utilizaban 16215 palabras y los hombres 15669; la diferencia es mínima, algo así como el 7%. En realidad, hombres y mujeres usan unas 16000 palabras al día, con mayores diferencias entre individuos que entre sexos. Otro mito que cae.
*Brescoll, V.L. & E.L. Uhlmann. 2008. Can an angry woman get ahead? Psychological Science 19: 268-275.
*Bryant, G.A. & M.G. Haselton. 2008. Vocal cues of ovulation in human females. Biology Letters DOI 10.1098/rsbl.2008.0507
*Mehl, M.R., S. Vazire, N. Ramírez-Esparza, R.B. Dlatcher & J.W. Pennebaker. 2007. Are women really more talkative than men? Science 317: 82.