Seguro que recuerdan aquellos perros que, hace unos años, casi todos los coches llevaban en el salpicadero de la ventanilla trasera; aquellos bichos que, cada vez que el coche pillaba un bache, afirmaban con solemnes bamboleos de la cabeza. Casi siempre afirmaban, pero si la carretera tenía muchas curvas, hasta podían llegar a negarse. Bueno, pues ese mismo movimiento puede ser peligroso en la especie humana; sobre todo, si es rápido y violento como el que induce el heavy metal. Ya lo adelantaron S.L. McNeil y su grupo, de la Universidad del Este de Carolina, en Greenville, cuando describieron el caso de un joven de 17 años, aficionado al breakdancing, que sufría fuertes dolores de cabeza y que, al operar, encontraron tres hematomas subdurales (derrame de sangre en el cerebro, dentro del cráneo) y otro en el exterior del cráneo.
Años después, Z. Neyaz y sus colegas del Instituto de Ciencias Médicas de la India, en Nueva Delhi, describieron, en un joven de 29 años, el primer caso de un hematoma subdural producido por un concierto de la música rock llamada heavy metal y el potente y rápido bamboleo de la cabeza que provoca en quien la escucha. En este paciente, el fuerte dolor de cabeza desapareció en una semana y el hematoma se absorbió en tres meses.
Pero han sido Declan Patton y Andrew McIntosh, de la Universidad de Nueva Gales del Sur, en Sydney, Australia, quienes han publicado el trabajo definitivo sobre el bamboleo de cabeza inducido por la música heavy metal. Según los autores, el peligro es grave pues este tipo de música está muy extendido; por ejemplo, el segundo album más vendido de todos los tiempos es Back in Black, de AC/DC, con 42 millones de copias en todo el mundo. También nos relatan que el bamboleo de cabeza comenzó en un concierto de Led Zeppelin, en 1968 y en Boston, cuando al sonido de la música todos los que estaban en las primeras filas comenzaron a bambolear la cabeza simultáneamente. Los autores recomiendan que, para atenuar el problema, grupos como AC/DC, en vez de tocar Highway to Hell, toquen Moon River. Además, Patton y McIntosh aseguran que, aparte los daños en cabeza y cuello, la música heavy metal puede provocar sordera.
El peligro comienza a ser grave cuando, si tenemos en cuenta que la música heavy metal tiene una media de 146 golpes por minuto, el movimiento de la cabeza alcanza los 70º de giro. Con un giro mayor o a más golpes por minuto, el daño también puede alcanzar el cuello. Y, por otra parte, si todos los asistentes al concierto bambolean a la vez la cabeza con este ritmo y alguno se sale del movimiento general, un violento contacto entre cabezas de aficionados adyacentes no se puede descartar en absoluto.
En fin, que, según Patton y McIntosh, lo mejor es sustituir la música heavy metal por Michael Bolton, Celine Dion, Enya o Richard Clayderman o, si no es posible (o aceptable), llevar collarines protectores del cuello a los conciertos de heavy metal.
*McNeil, S.L., W.A. Spruill, R.L. Langley, J.R. Shuping & J.R. Leonard. 1987. Multiple subdural hematomas associated with breakdancing. Annals of Emergency Medicine 16: 114-116.
*Neyaz, Z., H. Kandpal, R. Sharma & S. Kale. 2006. “Head banging” during rock show causing subdural hematoma. Neurology India 54: 319-320.
*Patton, D. & A. McIntosh. 2008. Head and neck injury risks in heavy metal: head bangers stuck between rock and hard bass. British Medical Journal 337; a2825.