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Eduardo Angulo Pinedo

La biología estupenda

Juveniles

Fue J. Verhulst, aquel autor del que ya hemos tratado no recuerdo en qué post y que hacía estadísticas sobre cualquier cosa, quien en 1992 ya avisó de que la distribución de las fechas de nacimiento de los jugadores de fútbol no era la habitual de la población en general. Por ejemplo, en las ligas de Holanda, Bélgica y Francia hay el doble de jugadores nacidos en agosto que en julio. El autor sugiere que esta diferencia viene dada por el mecanismo reglamentario de paso por edad de una categoría a otra en la fase juvenil de cada jugador.

Años más tarde, Werner Helsen y su grupo, de la Universidad Católica de Lovaina, en Bélgica, intentaron probar esta hipótesis. Estudiaron la fecha de nacimiento de 2175 jugadores de categorías juvenil e inferiores en 10 países europeos (entre ellos, España) que participaron en campeonatos internacionales representando a sus países o a sus clubs. En todas las edades (sub 15, sub 16, sub 17 y sub 18) hay una mayor representación de jugadores nacidos en el primer cuarto del año, es decir, en enero, febrero y marzo. Es obvio, para los autores del estudio, que esto ocurre porque, con el cambio de edad y categoría, los jóvenes nacidos en esos meses son los mayores del grupo de edad y esto, en esta fase de crecimiento, puede significar una gran diferencia de fuerza física y habilidad. España no se separa de la tendencia general.

Si uno ha visto alguna vez algún partido de estas categorías inferiores a juveniles, se habrá dado cuenta de inmediato de la extraña conducta de los padres de los jugadores que, por otra parte, forman la mayor parte del público asistente. Están furiosos, indignados y chillones la mayor parte del tiempo y contra casi todos los presentes, incluidos sus propios hijos; o, sobre todo, con sus hijos. Jay Goldstein y Seppo Iso-Ahola, de la Universidad de Maryland, estudiaron este extraordinario comportamiento siguiendo la conducta de 340 padres de jugadores de fútbol, chicos y chicas, de entre 8 y 16 años. Quién sabe si esta conducta tiene que ver con la distribución por fechas de nacimiento que nos han revelado Verhulst y Helsen. Pero no, más bien el parámetro principal es la buena o mala educación de los padres.

Goldstein y Iso-Ahola encuentran padres que corresponden a dos categorías: los que controlan, que se enfurecen en cuanto detectan algo que suponen va contra su niño o niña, en insultan, gritan y amenazan a los árbitros, entrenadores, jugadores del otro equipo y a sus hijos; en cambio, los padres que dan autonomía a sus hijos, asumen la responsabilidad de su propio comportamiento y promueven, además, la del hijo en todos los lances del juego. Aproximadamente el 53% de los padres confiesan que se enfadan por lo menos algo durante el partido, y un 40% reconoce que su furia les lleva desde refunfuñar hasta gritar e incluso a entrar en el campo de juego. Los autores les sugieren incluso que hagan yoga para aprender a controlarse, puesto que su comportamiento no es bueno para nadie, y mucho menos para sus hijos. También aconsejan a los dirigentes de los clubs que los expulsen del campo y, en casos extremos, que los prohiban asistir a los partidos. En fin, nada que no supiéramos, pero ahora arropado de encuestas y estadísticas.

*Goldstein, J.D. & S.E. Iso-Ahola. 2008. Determinants of parents’ sideline-rage emotions and behaviors at youth soccer games. Journal of Applied Social Psychology 38: 1442-1462.

*Helsen, W.F., J. van Winckel & A.M. Williams. 2005. The relative age effect in youth soccer across Europe. Journal of Sports Sciences 23: 629-636.

*Verhulst, J. 1992. Seasonal birth distribution of west European soccer players: a possible explanation. Medical Hypotheses 38: 346-348.

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