Es un problema a nivel mundial la relación entre el alcohol y los accidentes de tráfico. En general, son las patrullas de policía de tráfico y los puntos de toma de alcoholemia los sistemas más generales para controlar el desastre que suponen los miles de muertos y heridos a causa de la conducción bajo los efectos del alcohol. Ya hemos visto que incluso quien lo hace piensa que conduce mejor que quien no bebe. Sin embargo, Cynthia Goss y sus colaboradores, de la Escuela de Salud Pública de Colorado, aseguran que no está plenamente demostrado que el aumento de los controles policíacos disminuyan el número de accidentes. Por ejemplo, en Estados Unidos, el 4,5% de los conductores aseguran haber conducido bajo los efectos del alcohol durante los últimos doce meses. Goss y su grupo revisaron 32 estudios ya publicados sobre las intervenciones de la policía contra la conducción y el alcohol. En la mayoría de los estudios los controles aumentan durante meses, como media, quince meses. Disminuyen los accidentes y las muertes pero no es estadísticamente significativo debido a la poca calidad y al mal planteamiento de los trabajos. Sin embargo, tanto los policías como el grupo de Goss, tienen la sensación de que la sola presencia de la policía frena la conducción bajo los efectos del alcohol, incluso hasta en un 24% según algunos expertos. Sin embargo, no está probado; en general, es más una sensación que una prueba científica.
Sin embargo, otros estudios relacionan el alcohol con violencia y muerte. Joel Ray y sus colegas, de la Universidad de Toronto, han demostrado que existe un mayor riesgo de acabar en el hospital después de un asalto violento si las ventas de alcohol aumentan en el entorno donde vive la víctima. En la provincia de Ontario, el alcohol se vende en tiendas del Estado y en los bares, por tanto, es sencillo cuánto se ha vendido en un lugar y tiempo determinados. Los autores localizaron a 3212 personas hospitalizadas después de un asalto violento en un periodo de 32 meses. Por cada mil litros de alcohol vendidos diariamente el riesgo de asalto aumentaba un 18% para los hombres, un 21 % para los jóvenes de 13 a 20 años, y un 19% para cualquiera que viva en una zona urbana. El 36% de los ataques implicaban el uso de navajas o armas contundentes, y el 48% fueron el resultado de peleas sin armas. Como también se vende alcohol en los bares, quizá estos resultados estén subestimados respecto al consumo de bebidas, pero parece evidente que se debe restringir su venta fuera de los lugares habituales (bares, pubs, etcétera).
¿Y cómo conseguir que disminuya el consumo de alcohol? Pues una solución la encontramos en Alaska: subir los impuestos sobre su consumo. Alexander Wagenaar y sus colaboradores, de la Universidad de Florida, han estudiado la relación entre los impuestos sobre el alcohol en Alaska y el descenso de las muertes relacionadas con la bebida. Disminuyen el cáncer oral y de mama, las enfermedades del hígado o los envenenamientos con alcohol (coma etílico y demás variantes). Según los autores, el aumento de los impuestos es de dos a cuatro veces más eficaz para disminuir su consumo que los programas educativos en las escuelas o en los medios de comunicación. Los impuestos subieron en 1983 y en 2002; en el primer año, las muertes disminuyeron en un 29%, y en 2002 en un 11% más. La respuesta es rápida y su efecto tarda años en olvidarse. En conclusión, que es Hacienda y no Sanidad quien debe dirigir la lucha contra el alcohol (no tiene nada que ver pero Elliot Ness y sus “Intocables” pertenecían al Departamento del Tesoro).
*Goss, C.W., L.D. Van Bramer, J.A. Gliner, T.R. Porter, I.G. Roberts & C. DiGiuseppi. 2008. Increased police patrols for preventing alcohol-impaired driving. Cochrane Database of Systematic Reviews Issue 4, Art. No.: CD005242. DOI:10.1002/14651858.CD005242.pub2.
*Ray, J.G., R. Moineddin, C.M. Bell, D. Thiruchelvam, M.I. Creatore, P. Gozdyra, M. Cusimano & D.A. Redelmeier. 2008. Alcohol sales and risk of serious assault. PLoS Medicine 5: e104.
*Wagenaar, A.C., M.M. Maldonado-Molina & B.H. Wagenaar. 2008. Effects of alcohol tax increases on alcohol-related disease mortality in Alaska: Time-series analyses from 1976 to 2004. American Journal of Public Health DOI: 10.2105/AJPH.2007.131326.