Y ya se sabe, con más alcohol se pierde el control e, incluso, el raciocinio. En el post anterior, el alcohol era más o menos beneficioso (aliviaba la gripe y el constipado, embarazaba,…) pero, ya digo, si uno se pasa, es perjudicial. Así, según Cecile Marczinski y su grupo, de la Universidad de Yale, el alcohol provoca una gran diferencia entre como el sujeto cree que conduce un coche y como lo conduce en realidad. En este estudio participan 24 estudiantes borrachos y, como control, 16 sobrios, todos ellos entre 21 y 29 años de edad. Para controlar mejor la cantidad de alcohol ingerida, a los borrachos se les suministra alcohol absoluto (100º) o alcohol de 96º; una dosis moderada (0,65 gramos por kilogramo de peso) de alcohol, según los autores del experimento. Para conducir se utiliza un simulador.
Los que beben son incapaces de conducir bien: se salen de la carretera, no mantienen la velocidad requerida,… Sin embargo, están convencidos de conducir mucho mejor de lo que lo hacen en realidad; incluso aseguran que conducen mejor que los conductores que no han bebido. Como única esperanza nos queda que los autores aseguran que este problema se cura con la edad y que, cuando maduran, los sujetos abandonan esta conducta.
También es cierto que somos un desastre para detetctar si han añadido alcohol a nuestra bebida y en cuanta cantidad, lo que tiene su importancia si uno va a conducir después. A esta conclusión llegaron N.J. Langford y sus colaboradores del Hospital de la Ciudad de Birmingham, en Inglaterra, en un trabajo en el que añadían diferentes cantidades de vodka a zumo de naranja o cerveza. Como en experimentos anteriores con alcohol y tónica, a menudo y ni siquiera con grandes concentraciones de alcohol, ni la mitad de los sujetos del experimento (189, entre los que se incluía el propio personal del centro, supongo que fuera del horario de trabajo) acertaban con el alcohol que llevaba su bebida. En realidad, no sabían lo que habían bebido y, supongo, que contra más bebían, menos lo sabían.
O quizá también intervenga un componente genético. Todos sabemos que hay personas que aguantan mejor el alcohol que otras y que son precisamente las que más aguantan, las más proclives a convertirse en bebedores habituales. Geoff Joslyn y su grupo, del Centro de Investigación Ernest Gallo, de Emeryville, California, han demostrado recientemente que dos marcadores genéticos relacionados con la nicotina también están relacionados con el nivel de respuesta al alcohol en 367 sujetos examinados. Los autores consideran que el nivel de respuesta al alcohol se hereda en un porcentaje del 40 al 60%, y que en esa herencia están los factores genéticos que pueden llevar al abuso del alcohol.
Y mañana, más alcohol.
*Joslyn, G., G. Brush, M. Robertson, T.L. Smith, J. Kalmijn, M. Schuckit & R.L. White. 2008. Chromosome 15q25.1 genetic markers associated with level of response to alcohol in humans. Proceedings of the National Academy of Sciences USA DOI:10.1073/pnas.0810970105
*Langford, N.J., R.E. Ferner & T. Marshall. 1999. The lacing defence: double blind study of thresholds for detecting addition of ethanol to drinks. British Medical Journal 319: 1610.
*Marczinski, C.A., E.L.R. Harrison & M.T. Fillmore. 2008. Effects of alcohol on simulated driving and perceived driving impairment in binge drinkers. Alcoholism: Clinical and Experimental Research 32: 1329-1337.