Carol Ann Paul y su grupo, del Colegio Wellesley, en Massachusetts, realizaron un estudio estadístico con 1839 personas de entre 33 y 88 años, con datos del Estudio Framingham que incluyen una resonancia magnética que permite calcular el volumen del cerebro. Según la hipótesis de los autores y los datos procedentes de las enfermedades cardiovasculares, parece que el consumo moderado de alcohol podría proteger el cerebro y retardar la pérdida de tamaño debida a la edad que se calcula en un 2% por década.
Pero no fue así: la pérdida de tamaño del cerebro se acelera con el consumo de alcohol, sea éste moderado o fuerte. Son los abstemios de más edad los que tienen un mayor tamaño cerebral. El efecto es mayor en las mujeres, quizá por su menor tamaño corporal y, por lo tanto, por su mayor sensibilidad a una misma cantidad de alcohol.
En resumen, los abstemios tienen el cerebro mayor; los que beben entre una y siete copas por semana, lo tienen más pequeño; y los que beben más de 14 copas por semana tienen el cerebro un 1% menor que los abstemios. Por lo tanto, el alcohol, ni siquiera en consumo moderado, protege el cerebro del deterioro producido por la edad.
*Paul, C.A., R. Au, L. Fredman, J.M. Massaro, S. Seshadri, C. DeCarli & P.A. Wolf. 2008. Association of alcohol consumption with brain volume in the Framingham Study. Archives of Neurology 65: 1363-1367.