Hace un tiempo, la prensa publicó una encuesta que concluía que el 43% de los españoles gritaba, insultaba o pegaba a su ordenador. Violencia informática en el hogar y en el puesto de trabajo. Entonces con razón que el catálogo de patologías producidas por el uso continuado de los ordenadores sea asombroso. Lo es, antes que por otra causa, porque no son nuevas esas patologías y se parece mucho ese catálogo al correspondiente a las enfermedades laborales, por ejemplo, de los conductores de autobús, camión o taxi.
En relación con los ordenadores, hace ya más de 20 años, en 1984, Craig Rod acuñó el término “tecnoestrés” para la presión psicológica del uso siempre novedoso y rápidamente cambiante de la informática en todos los ámbitos de nuestra sociedad. El tecnoestrés se produce por la imposibilidad del usuario en manejar las nuevas tecnologías de manera saludable. Se manifiesta a través de dos conductas extremás: el odio o el desprecio hacia los ordenadores o, por el contrario, con la superidentificación y la adicción al uso de cualquier chisme que tenga que ver con la informática. Si el estrés es prolongado y profundo, la respuesta llega en tres etapas: alarma, resistencia y rendición.
Los síntomas típicos del tecnoestrés son físicos y psicológicos, causados por una ergonomía deficiente en el puesto de trabajo o en la ubicación del ordenador en el hogar, o por el propio ordenador, y por el uso de programas más enemigos que amigables y, desde el punto de vista psicológico, por la ansiedad ante o por el ordenador.
En concreto, puede haber irritabilidad, fatiga visual, pesadillas, resistencia a aprender el uso del ordandor e, incluso, rechazo total. Más adelante se desarrollan sentimientos de aislamiento y frustración, indiferencia, rechazo y actitud admirativa y dependencia ante quien los sabe utilizar. Puede causar el burn-out o síndrome del quemado: síndrome de agotamiento físico y emocional, con el desarrollo de un concepto negativo de sí mismo, actitud negativa ante el trabajo y pérdida de compromiso ante otras personas. En una relación más detallada, se pueden concretar los síntomas físicos en tensión muscular, taquicardia, sequedad en la boca y en la garganta, respiración rápida, jaqueca y problemas gástricos, entre otros. Entre los síntomas congitivos están la fatiga mental, la dificultad para concentrarse o la toma de decisiones erróneas. Y en la conducta puede haber desánimo, sensación de soledad, falta de apetito o insomnio.
En algunos casos, el diagnóstico final es depresión. Yoshio Mino y sus colegas, de la Universidad de Okayama, en el Japón, ya describieron en 1993 tres casos de depresión grave en trabajadores que utilizaban ordenadores. En los tres casos, el uso del ordenador implicaba, además, una mayor carga de trabajo y un alargamiento excesivo de la jornada; en resumen, es posible que también existiera un componente de adicción al trabajo y al ordenador.
Silvia Támez y Susana Martínez, de la Universidad Autónoma Metropolitana de Xochimilco, en México, en un estudio sobre la influencia del ordenador en la salud de los trabajadores de un periódico, llegaron a la conclusión de que no era el ordenador en sí mismo quien producía los daños físicos y psicológicos sino que la causa era que su utilización no simplificaba sino que complicaba y aumentaba la carga de trabajo de los encuestados; consideraban que crecía su responsabilidad y requería una mayor atención.
Uno de los daños físicos más curiosos y controvertidos son los llamados cambios en la piel de la cara que han sido descritos en varios países. Los síntomas más habituales son enrojecimientos de la piel de diversa intensidad: eritema, eczema o dermatitis. Parece existir una relación entre el tiempo de trabajo ente el ordenador y los síntomas que aparecen en el trabajador. Sin embargo, los estudios clínicos no han encontrado ninguna relación con el ordenador. Los trabajos de Nils Eriksson y sus colaboradores, de la Universidad de Umea, en Suecia, demuestran más bien una relación entre los síntomas declarados por los trabajadores y factores psicosociales asociados al entorno de trabajo como son la relación con jefes y colegas o una carga excesiva de trabajo. En resumen, tecnoestrés pero sin informática; estrés sin más.
*Eriksson, N., J. Höög, K.H. Mild, M. Sandström & B. Stenberg. 1997. The psychosocial work environment and skin symptons among visual dispaly terminal workers. A case report study. International Journal of Epidemiology 26: 1250-1257.
*Kuppersmith, J. 1992. Technostress and the reference librarian. Reference Services Review 20: 7-14.
*Mino, Y., T. Tsuda, A. Babazono, H. Aoyama, S. Inoue, H. Sato & H. Ohara. 1993. Depressive states in workers using computers. Environmental Research 63: 54-59.
*Támez-González, S. & S. Martínez-Alcántara. 1993. Uso de computadoras personales y daño a la salud en trabajadores de un diario informativo. Salud Pública de México 35: 177-185.
*Támez-González, S. & S. Martínez-Alcántara. 2003. Rasgos y daños a la salud derivados del uso de videoterminal. Salud Pública de México 45: 171-180.