Neofobia es la aversión a todo lo nuevo, e incluye probar nuevos alimentos. Es habitual en niños y jóvenes y se cura con la edad. La neofobia a los alimentos es mínima en los bebés, crece rápidamente hacia los dos años y desciende lentamente con posterioridad. Estos cambios son consistentes con la hipótesis de que la neofobia tiene una función protectora para la salud y el desarrollo de los niños. Es entre los dos y los cinco años cuando el niño se independiza progresivamente de sus padres y es cuando comienza a elegir qué quiere comer y qué es lo que no le apetece. Y rechazan muchos, si no todos, los alimentos nuevos, aunque más o menos la mitad de lo que no comen son verduras.
Lucy Cooke y su grupo, de la Universidad de Londres, estudiaron la neofobia a los alimentos en niños de dos a seis años. En primer lugar, no hay relación con la edad y el sexo, es decir, la neofobia no disminuye entre los dos y los seis años, y se comportan igual niños y niñas. Rechazan, en principio, verduras, fruta y carne, y aceptan dulces, alimentos salados y, en parte, los huevos. Es decir, no es neofobia indiscriminada ni mucho menos; el gusto interviene en la elección de la comida.
La relación entre neofobia y consumo de alimentos confirma, para Cooke y sus colaboradores, que aquella es un rasgo adaptativo. Los alimentos que los niños rechazan son, en potencia, los más peligrosos para su salud. Las toxinas abundan en las plantas, tanto en frutas pero, sobre todo, en las verduras. La carne es el vector más importante de las bacterias que contaminan los alimentos. Por tanto, para un niño, que habitualmente se lleva todo lo que encuentra a la boca, evitar estos alimentos es beneficioso. Por otra parte, con la edad y la imitación del comportamiento de los adultos, la neofobia desaparece antes o después y el joven acepta probar nuevos alimentos (en nuestra actual sociedad, como se considera joven hasta los 35 años, pues será a esa edad cuando el individuo, por fin, comenzará a comer de todo). Los adultos deben guiar a los niños con una exposición regular y rutinaria a nuevos alimentos, en especial, verduras, frutas y carne, para ampliar y variar su dieta. Los adultos deben comer nuevos alimentos delante de los niños y estos aceptarán mejor lo nuevo si ven que los adultos lo hacen.
*Cooke, L., J. Wardle & E.L. Gibson. 2003. Relationship between parental report of food neophobia and everyday food consumption in 2-6-year-old children. Appetite 41: 205-206.
*Wardle, J., M.-L. Herrera, L. Cooke & E.L. Gibson. 2003. Modifying children’s food preferences: the effects of exposure and reward on acceptance of an unfamiliar vegetable. European Journal of Clinical Nutrition 57: 341-348.