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Jesús Zulet

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Lactancia materna e imaginación

Mi colega y amigo Ermengol acaba de presentar en Madrid una exposición y un libro de poesía visual sobre la lactancia materna.

Ermengol es un dibujante que reside en Lleida, hijo del exilio, del doble exilio de la dictadura franquista y de la dictadura stalinista. Ha mamado una radical actitud de compromiso social. Ahora nos sumerge en la vía láctea, en el camino de los sueños. Hace pocos años navegó con ingeniosas piraguas que le han llevado a estos parajes. Ahí tienen algunos apuntes.

Me invitó a realizar la presentación del evento y no pude resistir la tentación de acariciar algunas ideas que creo alimentan nuestro trabajo compartido en la comunicación del humor gráfico. Quise decir.

La Poesía Visual

Resulta tan difícil de definir como la más pura perogrullada. Es una redundancia, porque creo que lo esencial de lo poético es visual, y lo visual no puede prescindir de lo poético. Las viñetas de la prensa creo que lo son, sobre todo para quienes renunciamos normalmente al uso del texto escrito. Por tanto esto no es algo paralelo más o menos distante de lo que hacemos cotidianamente, es la esencia de nuestro quehacer.

En todo caso es una ocasión para reclamar de manera radical la condición de lenguaje de la creación visual y del dibujo. Algo que no sólo cuesta asumir porque se tiende a reducir lo visual como un juego estético intrascendente, sino que la condición de lenguaje tiene que contrarrestar la histórica censura reiterada e incesante. La poesía visual tiene como tesoros la múltiple capacidad de significados y la libertad de interpretación. Este ha sido el caballo de batalla que alerta y encrespa a los distintos poderes de las diversas épocas históricas.

Desde el debate que se destapa con el alegorismo griego, entre los seguidores de la interpretación más profunda de la poesía de Homero frente a los defensores de la literalidad de la ortodoxia, esta cuestión sigue en pié poniendo en juego no sólo el valor de nuestro trabajo sino las más profundas capacidades de la comunicación humana. La lectura historicista líneal y conclusiva frente a la poética multilateral y abierta. Ha llovido. Desde los siglos de la santa inquisición hasta la censura de los modelos del nazismo o del socialismo real, cuya expresión se recuerda en estos días. Ha sido una constante la imposición del pensamiento único y la lectura unidireccional.

Ahora han cambiado algunas cosas. No es tan acentuada la prohibición de determinadas expresiones, ahora se eleva el ruido y ya se deja de escuchar; se provoca una sobresaturación de mensajes y se consigue el mismo objetivo de hacerlos inalcanzables. La sociedad de hoy padece de sobreabundancia de mensajes y no está preparada para asumir y discernir la complejidad. Esas son las claves de la actual censura. Por tanto la defensa de estos valores, de las mismas entrañas de la poesía visual tiene hoy una importancia singular.

La Imagen y la Feminidad

Voy a resaltar la segunda particularidad. A lo largo de la historia los valores de ambos conceptos: Mujer e Imagen han corrido en caminos paralelos. La pluralidad, la flexibilidad, la multiplicidad, la pretensión de belleza, son sus rasgos comunes e identitarios. Quiero resaltar que el pensamiento patriarcal contra el que se levantan las reivindicaciones feministas sólo es es una parte del pensamiento lineal.

En lo más recóndito de nuestras conciencias arraigan valores ancestrales de lo femenino. Operan en nuestro hacer y quehacer aunque no queramos verlos. Me importa mucho destapar los significados. En la edad media se fijan de manera particular los imaginarios del demonio y los pecados prestan especial atención a la avaricia y la lujuria. El musulmán se pinta tan negro como el mismo diablo. La avaricia es condición propia de todo lo judío y la lujuria de la mujer. La triada maldita. Todavía hoy contemplamos decenas de imágenes en las portadas de iglesias románicas con serpientes que maman de los senos de la mujer y siguen presentando tal figura como representación exclusiva de ese pecado de lujuria.

Se empeñan en recortar los otros significados positivos de la encarnación y de la materialización. Las mismas raíces alimentan los conceptos de madre y materia. Y sigue existiendo una penalización de los mismos. La madre nos “da a luz” y nos da también “otras luces” biológicas, emocionales y culturales. Valores defendidos por las corrientes que interpretaron las lecturas poéticas y que han estado siempre en los territorios de la heterodoxia. ¡Qué casualidad!

Hoy muchas madres reclaman otras disposiciones y lo saben explicar muy bien. M. Angeles Claramunt, de la Associació Lleidatana pro Lactància Materna escribe en la presentación del libro: “Las mujeres pueden dar vida y además, alimentarla, con su útero, con sus pechos. Deberíamos maravillarnos por ello, pero vivimos en un mundo donde la producción prima, y se reniega de la reproducción, de su magia, de su sabiduría. Criar es crecer, ¿qué hay más bello?”.

Esta exposición me concierne. Ermengol no sólo nos divierte, también nos enseña y nos complica. ¡Leches, mamones del mundo: uníos!.

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Por Jesús Zulet

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