2010 se ha ido sin grandes sorpresas y con la esperanza de que 2011 sea un poco mejor. Europa ratificó sus exigencias de recortes sociales bajo la coartada de la presión de los mercados que se han terminado de imponer sin escrúpulos a cualquier decisión democrática salida de las urnas. Catalunya ha renovado su gobierno y marca pauta y muy rotunda en el panorama electoral que se nos avecina. La ley Sinde no consiguió abrirse paso porque no gustó ni a unos ni a otros. En todo caso hemos perdido los autores. La cuestión clave es la propia ley de derechos de autor porque si las infracciones de una ley no pueden penalizarse esa ley queda muerta. El debate sigue abierto. Y la sucesión de Zapatero también. La luz es mucho más cara y dispara la sucesiva cadena de precios de la típica cuesta de enero. Nuestras pensiones se tiñen del gris oscuro de los personajes del Toledo tradicional y la confrontación política sigue por los mismos derroteros. Lo mejor de todo el 2010 es que ya se acabó.