Son tantos los problemas cotidianos que la gente parece necesitar productos edulcorantes que le cambien sus amargos sabores. La boda del viejo imperio británico ha colmado los medios de comunicación.
La realidad, la cruda realidad, pone en evidencia las distintas varas de medir de nuestros gendarmes. En unos casos se toleran más cosas que en otros según intereses bastardos.
Necesitamos buena literatura cocinada con mano femenina también. La buena nueva de la semana pasada tuvo la figura del Cervantes. Y recuerdo cuando jugaba de niño a las canicas: Matute y guá.