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Jesús Zulet

Ja-ja

¡Gensanta, qué forrenta años! ¡qué humor…!

Una de las cualidades del humorismo es su capacidad transgresora, el atreverse a mirar a la cara de cualquier rostro de los múltiples poderes, el ser capaz de desafiar a todo lo que se interponga en nuestro camino. Por eso de manera general se reconoce que la tolerancia del humor mide muy bien la temperatura de la salud democrática de un país. La historia del humor revela la historia de la sensibilidad humana y de la civilización. Además, o tal vez por eso mismo, este recurso cuenta con un enorme poder para captar la atención del público.

Me ha tocado vivir el final de la dictadura de Franco. Comprobar la obsesión de los fascismos por borrar toda la creación de caricaturas y su fobia contra lo que ellos llamaron “arte degenerado” me provocó la reacción contraria de aprecio hacia estos recursos. Mis colegas mayores, mis maestros, me ganaron definitivamente para la causa con el papel que ejercieron en la transición política española. Desmontaron de manera magistral los viejos valores del franquismo y consiguieron la alquimia fantástica de transformar el miedo en sonrisa y esperanza. Fueron la punta de lanza en los medios de comunicación del despertar a la democracia, de la participación ciudadana. No voy a extenderme en este argumento porque creo que es una tesis generalmente asumida por los estudiosos y por la opinión pública. Me convencieron y me enseñaron que la caricatura es un radical estandarte de libertad. Ha supuesto una de las grandes lecciones de mi vida y ha marcado de manera rotunda mi orientación profesional.

Estas son mis opiniones expuetas reiteradamente. Así las he publicado en mi último libro Black&white. Por eso entenderán muy bien que insista en que “Los forrenta años” de Forges constituyen el primer análisis sociológico del franquismo. Es parte del trabajo de memoria histórica tan reclamado ahora. Y por su estilo en clave de humor es también parte del trabajo de la memoria poética porque toda memoria siempre lo es. Son una radiografía detallada de las interioridades del régimen. Insístí en este tema para organizar la exposición de la obra. Se presentó en La Risa de Bilbao. Ha estado en la Fábrica del Humor de Alcalá de Henares y ahora está en Pamplona. El día 13, junto a Juan García Cerrada de la Fundación Genaral de la Universidad de Alcalá, tuve el honor de entrevistar a Antonio en el recinto de la exposición en el Palacio del Condestable. Tengo la fortuna de compartir escenario de exposiciones.

Encuentro en nuestro trabajo, además de las cualidades personales e indiscutibles del propio Antonio Fraguas, varias lecciones fundamentales.
1-El papel del humor como defensa radical de la libertad humana.
2-Su capacidad para desvelar la realidad, entonces y ahora, y de incitar las mejores capacidades del hombre y de la sociedad, o mejor, sociedades diversas.
3-Ser santo y seña del mejor periodismo, de la profesionalidad de la comunicación en general.

Si pueden no se la pierdan. Hasta fin de mes.

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Por Jesús Zulet

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