Se nos fue Marcelino Camacho. “Obrero, hijo de obrero porque en este país no se puede ser otra cosa” según su propia declaración ante el tribunal del proceso 1001. Un juicio del tardofranquismo contra el emergente movimiento sindical. Marcelino es símbolo de la llamada conciencia de clase de la vanguardia obrera contra la explotación capitalista de acuerdo con su fe marxista.
Hoy, cuando todos le alaban, conviene reflejar una cuestión fundamental sobre la que parece imponerse un extraño silencio. Fue un sindicalista víctima de la dura represión franquista. Pero que también tuvo que sufrir una muy dura purga interna, de su propio sindicato. Una amarga experiencia de depuración y marginación de una parte fundamental de la corriente más “crítica” que Camacho encabezó. Un proceso que marca la historia del sindicalismo español y el papel que los sindicatos juegan a día de hoy. Ha sido víctima de lo que la versión oficial denomina una “modernización” del modelo sindical; el paso de un sindicalismo reivindicativo a un sindicalismo de servicios.
Los sindicatos se definían como “correas de transmisión” en un papel de subordinación de los partidos políticos afines. La firma de los Pactos de la Moncloa supuso la máxima expresión de este papel. Marcelino Camacho firmante de los mismos, ha sido un dirigente sindical que repetidamente ha renegado de aquella firma y ha proclamado el error de ese modelo que tanto había de condicionar la evolución del panorama sindical español.
En ese contexto, será el sindicalismo nacionalista vasco quien elabore la critica más dura. El actual modelo sindical español es una readaptación del viejo sindicalismo vertical porque impone un modelo de negociación centralizado que vacía de contenido y representatividad la realidad sindical de las empresas. Y margina el papel de los sindicatos periféricos y minoritarios.
Ocultar estos hechos es de enorme importancia. La reclamación de la memoria histórica y la denuncia de los olvidos intencionados nos implica a todos. Marcelino Camacho acapara buena parte de la historia del sindicalismo español con sus luces y sus sombras. Un debate que no puede ocultarse. Una realidad que tiene enorme proyección en la crisis que hoy padecemos.
La sociedad vasca vuelve a revolverse con las hipótesis sobre el final del terrorismo. Una doble tensión parece arrastrar al actual ejecutivo vasco. Los hechos darán y quitarán razones.
La sucesión de Lula no es tema menor. Brasil ha ganado un puesto destacado en el grupo de países emergentes y aparece como referencia sobresaliente de todo el continente sudamericano.
Y como acontecimiento fundamental el batacazo de Obama en las elecciones legislativas norteamericanas. Queda hecho unas trizas como la bandera que defiende. Acapara ríos de tinta en todo el mundo tan sólo dos años después de su clamorosa victoria. El conocido movimiento pendular del dualismo occidental. Y el ascenso de corrientes de marcado signo neofascista, en peligroso paralelismo con el ascenso de los fascismos europeos tras la estela de la gran crisis económica del primer tercio del s.XX. Sobre el fenómeno Obama he publicado un libro y ahora no me voy a extender más.
Los de la Z, los que nos apellidamos con las últimas letras del abecedario y nos vemos ubicados en las trastiendas de casi todos los escenarios, nos vemos marginados de nuevo, en la propuesta de reforma del Registro Civil. Protesto. Los últimos también serán… divertidos.