La imagen es muy poderosa. Nos cuesta aceptarlo. La imagen del mapa mundi de la historia olímpica con el continente sudamericano en blanco es muy difícil de contrarrestar. Lula la volvió a utilizar con verdadero éxito. Lo curioso es que no era nada nuevo, ya lo había hecho en junio pasado en el examen anterior de su candidatura.
Nuestras televisiones públicas se han deshecho en elogios con la presentación de la candidatura española. Los comentaristas decían sentirse muy emocionados. Yo… sigo pasmado. Hemos presentado como gran recurso, cómo el magistral golpe de efecto a un anciano reclamando lástima. Queremos los juegos por compasión. Es manifestación de un recurso a la desesperada. Conmueve de puertas adentro, pero visto desde afuera pone en jaque el papel de los cargos electos. Sin tapujos, a la vista de todo el mundo, un cargo público se presenta a reclamar “favores debidos”, viejos favoritismos. ¡ASOMBROSO!. Me parece un serio error pedirle a un hombre cuya gestión arrastró importantes sombras de corrupción que en vez de mantener la imagen de neutralidad reclame intereses personales.
Nos decían que el video era magistral. La calidad de los profesionales publicitarios es incuestionable pero no se cuales han sido los requisitos creativos. Sí, en los tiempos de las nuevas tecnologías, cuando el poder de la comunicación instantánea fundamenta el espectáculo olímpico nosotros presentamos como idea creativa la carta ancestral de papel…a los Reyes Magos. Difícilmente se corresponde con la voluntad de ser campeones del progreso, idea básica en la dura competencia de las olimpiadas. Son inevitables las más que directas connotaciones infantiles e irreales.
Si decimos que el argumento clave de las ventajas de Madrid es el volumen de obra de instalaciones ya terminadas frente a las incertidumbres de futuro en un tiempo de crisis mundial esa idea desaparece en los mensajes visuales. Apostamos por la fuerza del cosmopolitismo de Madrid concepto muy devaluado en la actualidad. Ese rasgo ya no es un elemento particular y definitorio de ninguna ciudad concreta porque en el mundo globalizado es lo común a todas las grandes urbes del planeta. Basta con ver lo que dicen nuestros “paisanos por el mundo” en los programas de televisión hoy tan de moda.
Apostamos por el poder de nuestros deportistas y por nuestra racha triunfal. No somos capaces de parar el calendario de competiciones para que puedan acudir las grandes figuras de los dos deportes de masas más importantes, el fútbol y el baloncesto. Me parece que la figura más destacada que estuvo en la presentación fue Miguel Indurain. Da la casualidad que el ciclismo aparece oscurecido por el dopaje y representa el sector deportivo en el que tenemos pleitos pendientes con organismos internacionales. Ponemos al descubierto nuestro punto más débil.
“Río ha impuesto un nuevo concepto: el de nos lo merecemos” decimos tras el varapalo. Pues si que lo estamos arreglando, ¿hasta ahora no era el merecimiento el criterio de selección?. Hablamos de la ley no escrita de rotación de continentes. Nos sentimos engañados cuando nos aseguraron que no existía. Claro, lo entendemos a nuestra manera. En la realidad multifocal de la globalización Europa ha perdido el privilegio de tener asegurados unos juegos en su territorio cada ocho años. Hay detalles sorprendentes, cuestionamos la definición de continente a Sudamérica pero separamos Europa de Asia. ¡Ay: Lo que no queremos ver!. Enhorabuena Brasil. En tan pocos años después de Barcelona 92 lograr una nueva designación es un proyecto… titánico. Vamos a dejarlo así.
La mala imagen pesa mucho. Y esto viene después del error de las niñas góticas. Existe la comunicación no verbal y tiene enorme importancia. Dibujar es representar y el juego principal de la representación no está en tener una buena mano, es ver y encajar con acierto todo esto. Me llamó mucho la atención que Japón presentó entre sus mejores valores el dibujo manga. Podemos aprender (sí, a pesar de que quedaron peor que nosotros). En el último debate electoral entre Zapatero y Rajoy los gráficos tomaron relevancia especial. Uno los presentó para remarcar las críticas más negativas pero no enseñó ninguna imagen de sus propuestas. Los gráficos que manejó Zapatero eran ilegibles, sorprendentemente no se veía nada. Era la mejor imagen de quién no quería ver la realidad que se le venía encima. La imagen siempre nos desnuda.