Si las tormentas no se lo impiden en estas fechas tenemos espectáculos nocturnos de especial consideración (de sidereo). Podemos ver una llamativa lluvia de meteoros, pequeñas partículas que se convierten en magníficos fuegos artificiales (esta vez más naturales). El foco radiante está situado en la constelación de Perseo, a su vez centro de un conjunto de constelaciones muy importantes en nuestra tradición cultural. La popularidad de las Perseidas se fundamenta en primer lugar en la dimensión del fenómeno, en las favorables condiciones de visibilidad de las noches veraniegas y … en la carga de significados de la mitología ancestral. Y el peso histórico de esta carga, que algunos pretenden eliminar, nos guste más o menos, conviene analizar. Las fulgurantes visiones representan la extraordinaria demostración cósmica de la potencia de un héroe mítico.
Perseo: el héroe del amor.
El mito de Perseo es posiblemente el mito más profundo y más complejo de la cultura greco-latina. Perseo es el héroe enamorado de Andrómeda, encadenada a una roca y a punto de ser devorada por el monstruo marino. Perseo para liberar a su amada asume la aventura de enfrentarse y capturar la cabeza de Medusa, cabeza-máscara del furor guerrero, de grito horripilante y mirada tan penetrante que petrifica y que representa la imagen del Terror (con enormes mayúsculas), el frío al límite de la muerte.
Los dos grandes héroes de la mitología clásica representados en las constelaciones son Hércules y Perseo. Yo los entiendo de manera complementaria. El primero representa el proceso ejecutivo de los objetivos de una empresa, las fases de su realización: los doce trabajos de Hércules, asociados a la misma significación de los doce signos zodiacales que constituyen una sucesión de valores alternativos. El segundo representa el proceso creativo, la definición y diseño de esos objetivos y el mecanismo y las herramientas para asumir el proyecto y capacitarnos para su realización. En conjunto estamos ante el mejor manual de estrategia empresarial (sea religiosa, militar, comercial, política, artística…) de nuestra historia. Perseo es el mito que tiene más en cuenta el valor de la mirada.
Perseo es el héroe del amor por excelencia, el héroe del querer en su sentido más amplio de relación entre pensamiento y voluntad. Querer como elección, decisión consciente y elegida, se lo que quiero; querer como entrega emocional, estar profundamente rendido y convencido; y querer como determinación ejecutiva, estar dispuesto a llevar adelante el propósito, ser capaz de lo que sea (una posibilidad de ser incluso aterradora).
Perseo es hijo de Zeus que fecundó a su madre Dánae mediante la famosa lluvia de polvo de oro. Y en su proyecto cuenta con los apoyos de Atenea, diosa guerrera de la sabiduría y Hermes, mensajero de los dioses, representante del comercio y la comunicación. Menudos ingredientes: sabiduría y comunicación.
Atenea le da el escudo-espejo, desde entonces el espejo que acompañará muchas veces a las grandes diosas y se convertirá en el gran símbolo de sabiduría profunda y la multilateralidad especular (lo que en el siglo XX desarrollará el movimiento cubista). El saber ver con los ojos de la inteligencia. Cuando Medusa se vea reflejada en el espejo quedará paralizada. Es la clave de la estrategia, hacer que el otro se vea a sí mismo tal cual es. Hermes le da el harpe, una espada irrompible y curva, casi como una hoz, para cortar la cabeza de Medusa. Las herramientas imprescindibles para ir hacia adelante.
Realiza un proceso de cuidadosa preparación. Empieza por ver, distinguir e identificar su objetivo, y tras esta ligera idea pasa a apropiarse de las otras miradas. Roba el único ojo de las tres Greas (la tríada de viejas-feas-malas y sus connotaciones) y aprende las otras maneras de ver, las miradas de la experiencia desde los otros lados, desde los puntos de vista desde fuera de nosotros. Sólo entonces irá al encuentro de las ninfas (jóvenes-bellas-buenas…) de Estigía, del inframundo o sea a los territorios inconscientes, al descubrimiento de la mirada desde los puntos de vista de la oscuridad interior. Entonces obtendrá otros tres instrumentos fundamentales: las sandalias aladas que le permiten volar, el casco de Hades que lo hacen invisible y el zurrón o kíbisis, para guardar la Medusa y protegerse de su mirada. Las herramientas de arriba, abajo y detrás. Avanzará hacia Medusa mirando hacia atrás, elude el avance frontal, la linealidad directa y logra su pleno éxito. Todo un modelo de pensamiento y estrategia de lo complejo.
Heródoto, s V a.C., relaciona la poética del mito con lo histórico y vincula a Perseo con la región de Persia y se le atribuye un hijo: Perses, del que creía descender el rey Mitrídates. En Tarso se encuentran monedas que relacionan a Perseo con el dios Mitra de enorme influencia en los primeros años del cristianismo. El sacrifico del toro está en relación directa con la muerte de Medusa.
En el dibujo del firmamento la constelación de Perseo sujeta la cabeza de Medusa. Destaca la estrella Algol, el ojo de la Gorgona, el ojo del demonio según la denominación de los árabes. Perseo aparece junto a Andrómeda y sus padres Cepheus y Cassiopeia. Ésta última es de fácil localización por la forma de W en la Vía Láctea. También le acompañan las constelaciones de Pegasus y Auriga.
Todo este conjunto de constelaciones revela muy bien la atención histórica del mito de Perseo. Perseo y Medusa son el núcleo emisor de las fugaces luces nocturnas y una potente luz que ha encendido la inspiración de la creación artística en todos los tiempos. Repasaré un mínimo de obras significativas: La escultura excepcional del Perseo de Salvador Dalí. En pintura, dentro de la abundancia de cuadros yo admiro la obra de la lluvia de oro de Dánae, de Tiziano en el Museo del Prado. En los albores de la literatura Homero, Hesíodo… nos presentan estos mitos de manera reiterada. Merecen cita especial las obras de la literatura de nuestro siglo de Oro, en particular Persiles y Segismunda, la obra póstuma de Miguel de Cervantes en la que nos revela sus secretos astrónomicos.
La Gorgona Medusa requiere otra consideración más detenida que la fugacidad meteórica. En otro post le echaremos el ojo.