Eunate está colocado como auténtica encrucijada en el viejo reino de Navarra. En el fondo central de Valdizarbe junto a la ribera del río Robo que lo atraviesa de este a oeste. Un pequeño riachuelo que periodicamente deja constancia de una furia portentosa que normalmente disimula. Cada dos o tres decadas de tranquilidad se reproducen fuertes riadas que se llevan por delante y “roban” todo lo que encuentran a su paso.
Olcoz se sitúa en lo alto del valle, asomado al borde de una meseta. Recibe el nombre de Balcón de Valdizarbe. Un viento norte lo azota con vehemencia, un “cierzo” que nunca descansa. Por algo es conocido y apodado como la Rusia siberiana.
Pero desde el medievo ni las torrenciales avenidas ni los feroces vendavales han movido de su sitio ni a uno ni a otro. Hoy todavía se siguen contemplando mutuamente, uno desde lo alto de la balconada el otro acurrucado en la llanura baja. Es obligado recorrer el camino de esta relación para encontrar las llaves del misterio que encierran.
La advocación de sus santorales Santa María y San Miguel las dos grandes figuras intercesoras de la fe católica son una pista más que significativa. Los grandes intermediarios, la virgen Madre referente de todo nacimiento y el gran valedor ante la muerte, pesador de almas ante el juicio final. Dos puertas colocadas como espejo nos manifiestan a gritos un diseño compartido y común.
Resulta sorprendente a no ser que profundicemos en los modelos de los análisis, en los paradigmas artísticos y culturales de la modernidad, que tan profundas y radicales simetrías, arriba-abajo y las figuras intermediarias de nuestro tránsito en la vida, fundamentales en la historia de nuestras raíces culturales y religiosas pasen desapercibidas para estudiar y considerar la conjunción de ambas construcciones Eunate y Olcoz.
Hay una tozuda e insistente exclusión de toda relación, un no querer ver lo que es más que evidente. Si los parámetros del arte moderno quedan radicalmente en entredicho, este caso es el ejemplo mas palpable.
La simetría de las dos portadas románicas sólo se admite como una curiosa coincidencia vacía de significados. Las versiones ortodoxas atribuyen una misma mano constructura o un mismo taller que fue aprovechado en ambas fábricas por la proximidad geográfica. Está hipótesis que excluye el estudio conjunto y que requeriría la misma demostración que cualquier otra se acepta como hecho probado desde la radical individualización de la mirada moderna. Las versiones heterodoxas que nos exigen la validación de credos esotéricos curiosamente establecen la misma disyunción. Una y otra concepción incluso llegan a clasificar como primera y segunda obra, la secundaria se debió trasladar con posterioridad aprovechando las ruinas o el abandono de la primera. Vamos, poco menos que la portada de Olcoz fue robada y saqueada de entre los tesoros de Eunate. Curiosa manera de entender la simetría tan sólo si se coloca una frente a la otra (¿?).
Ahora ya, hace cinco minutos, en la últimas publicaciones editadas por Templespaña se admite que no se puede entender una obra sin la otra. Cosa que se lo he agradecido en la presentación de sus ediciones porque resulta bastante molesto ser “ruso” y que te excluyan en los márgenes. Hace que uno se acuerde hasta de los cosacos. En la citada colección Panorama del Gobierno de Navarra el número de Eunate comienza con las fotografías de Eunate y Olcoz vistos cada uno desde el lugar del otro, tal y como aquí se muestran. Es la intuición visual de un gran fotógrafo profesional, además amigo, José Luis Larrión que no merece más consideración por parte de los redactores. De nuevo la subordinación de lo visual bajo la imposición del texto escrito. Pero, ¡qué maravilla, se hace perceptible lo que no queremos ver!. Lo más dificil de un dibujo es saber borrar, saber lo que no debe estar ahí. Lo más dificil de la mirada es descubrir “eso” que de manera insistente nos empeñamos en no ver cuando además está exactamente delante de nuestras narices.
En la frescura de las sombras de Eunate si levantamos la vista hacia Olcoz, hacia la otra puerta, vemos como si se nos cayera encima, el perfecto encaje con la peña de Unzué. Una peña visible y referencia de buena parte de la navarra media. Un paso más, una nueva expresión en el diálogo con el entorno que ya habíamos descubierto en la orientación de la obra de Eunate. Un preciso alineamiento de tres puntos más allá de una mera casualidad. Míralas, míralas, ahí están, las puertas del más allá. Pueden tararear si quieren al ritmo de la popular canción, la puerta de Alcalá de Victor y Ana Belén. Sí, ahí están, con el acento puntual de ese preciso ahí rocoso y enorme. Son dos, dos puertas que nos cantan y encantan. A la vista están.
Reproducción a baja resolución de los mapas de Sitna que puede ajustar y comprobar al tamaño deseado en el portal oficial.