MOBILIARIO URBANO por ÁNGEL RESA
El personal ya idea planes para ese acueducto que permite ejercer de romeros en Armentia o huir de las retretas
Caracoles, que diría un ñoño. Ya está aquí abril, nuestro mes por antonomasia. El de las aguas a millares, según el refranero. El que enlaza su mano a la de mayo para componer el puente de los alaveses. La construcción sobre el río empieza con la festividad del patrón y abarca casi la semana entera por la fecha que recuerda, en esta época más que nunca, la suerte de conservar el trabajo. A quienes carecen de vida laboral, el día 1 les debe sonar a sarcasmo de maldita sea la gracia y saber a cicuta amarga. Aún quedan tres semanas para cantar a San Prudencio y revolver perretxikos, pero el personal idea ya maneras de celebrar la cita anual con el obispo de Tarazona que mantiene casa en Armentia. Hay quienes sueñan con peregrinar como romeros hasta las campas y otros que prefieren aprovechar ‘su puente’ para huir de las retretas.
Entre los promotores de la tamborrada infantil anida la preocupación. Quieren fomentar la labor de cantera que no acaba de atornillarse en las mentes tiernas o en las de sus madres. Nada que ver con el tirón popular del que goza en Donostia el desfile de percusionistas en miniatura. Como tampoco podemos rebatir aquí las recias procesiones castellanas que nos quedan a poco más de dos horas. Vaya por delante todo el respeto debido a los artífices de la Semana Santa vitoriana, pero hay ciudades en un entorno no lejano que en materia de nazarenos nos sacan caperuza y media. No podemos tener todo. Ya lavamos más verde que nadie y ocupamos el epicentro de la gastronomía durante todo un año. Así que a falta relativa de imaginería religiosa, aquí recurrimos al señuelo de los fogones y el patrimonio rico del Casco Viejo para atraer visitantes en esas jornadas de dolorosas y redentores.
Disculpen la vuelta atrás en el tiempo, que hablábamos de San Prudencio y su acueducto de abundantes ojos. Después de la polémica prendida por el cartel anunciador del carnaval vitoriano, va el autor y gana el dedicado a ensalzar las fiestas de Álava, que unen la casulla episcopal del patrón con el ropaje virginal de Estíbaliz. Además de un estudio donde parir composiciones e ideas, da la impresión de que Francisco Irigaray elabora rótulos en una cadena de montaje que depara productos válidos para Vitoria, Ermua o Chiclana de la Frontera. Esta vez unos caracoles cromáticos, como los de un país multicolor que cantaba la abeja Maya, ascienden por el tronco erecto de un txistu.
Al margen de todas estas ceremonias de la fiesta, abril también depara otras noticias. Algunas, cómo no, atacan por el flanco débil de los recortes. Los pensionistas, por ejemplo, programan una queja callejera en protesta por la congelación práctica, que no teórica, de las pensiones. Ya intuirán al ministro Montoro, el de los sueldos crecientes, recordando el incremento del 0,25% anual. Eso sí, no le pregunten por la merma del poder adquisitivo que acarrea tal revalorización porque lo mismo les apunta con el dedo fiscalizador que sacó a pasear ante la mirada de actores, periodistas y otros gremios. De siega va también la empresa taurina que regenta la feria de La Blanca. A base de podar pretende reducir el ciclo previsto de festejos y novilladas a un concurso de recortadores con la motosierra en marcha. A este paso nos mostrará la foto de un astado y considerará cumplido el pliego de condiciones.
Esta semana también hemos podido enterarnos de asuntos realmente graves, de los que no admiten ni media sonrisa. Por ejemplo, la indemnización que deberá pagar el Ayuntamiento a dos empresarias que se quedaron cautivas y sin negocio tras una permuta de lonjas a cargo de la difunta Arich. O, sobre todo, las quemaduras ocasionadas a una adolescente con el líquido corrosivo que empuñaban unos compañeros escolares. Esto sí es serio y no lo poco que corre el Ferrari de Fernando Alonso. Más que esa rutina automovilística nos inquieta, desde luego, que el Deportivo Alavés bracee sin avanzar por un mar picado de goles infantiles en contra.