MOBILIARIO URBANO por ÁNGEL RESA

El protagonista indiscutible de la semana ha concitado el interés planetario por la Vitoria de los dos premios

Las generalizaciones resultan injustas, aunque de ellas se nutre la sociología. Cuando un sector de la población destaca netamente sobre el minoritario concluimos que los de aquí somos de aquella manera y los de allá sobresalen por otras cuestiones. No se trata de convertirnos en andaluces de la noche a la mañana que, según las convenciones más admitidas, ven un guijarro y te montan un chiste aderezado con ese acento que no se puede aguantar. Pero el ingenio anda bien repartido entre nórdicos y sureños, entre orientales y nacidos por la parte de Occidente. Vamos, que la guasa viaja por los cuatro puntos cardinales y también repara en una ciudad como Vitoria. Además, las redes sociales animan y amplifican el fervor por la ocurrencia. Sobre todo una que parece diseñada como un concurso de agudezas en píldoras. Ciento cuarenta caracteres pueden elevarnos al podio de la lucidez, de la ironía y del sarcasmo. A ello contribuye también el ‘guasap’, que transporta fotografías trucadas con el objetivo de desatar sonrisas.

Viene todo esto al texto por el advenimiento de Lamar Odom, protagonista indiscutible de la semana al que vemos en el tiempo de la vigilia y creemos divisar en las horas del sueño. Su figura omnipresente se nos aparece por todos los lados. Lo mismo se baja del taxi a la altura de General Loma que nos lo muestran picando jamón en el hotel, igual posa ante el icono floral de la capital verde europea que flanquea el cartelón de la gastronómica. Será por premios. Si alguien no había caído en la cuenta de que ya hemos tomado el relevo a Burgos, la sola presencia del baloncestista elimina en adelante las excusas propias de la ignorancia. Es de suponer que cuando pisó la Virgen Blanca, Odom exclamaría ‘coño’ (en inglés, claro) al contemplar La Mirada, escultura de Agustín Ibarrola. El hombre ofreció paciencia y amabilidad, bufanda azulgrana al viento y guiños políticos como el de tomar niños en brazos cual si estuviera de campaña electoral.

Hablaba del ingenio. Sí. Por ejemplo, la imagen travestida por el ‘photoshop’ en la que se ve a Lamar vestido de blusa, cubierta la calva encerada por una txapela y con esa sonrisa por la que pagarían los dentistas para promocionar su distinguido oficio. En ella se otorga la más cordial bienvenida a ‘Celeodom’. Menos mal que Gorka Ortiz de Urbina es un amante del baloncesto y no creo que le moleste esta competencia del fichaje temporal. Aunque el base-alero-pívot cumple su contrato a tiempo parcial y lo extienda hasta el fin de la campaña no le alcanzan los meses para asomarse paraguas al aire desde el balcón de la calle Postas y remontar la plaza para anudar el cuello del alcalde con el pañuelo festivo. Cuenta un amigo en otra red social menos estricta con el racionamiento de letras y signos de puntuación que le demos tiempo al ídem. Que en un par de semanas Odom se pasea en camisa de cuadros arremangada e ingresa  como socio de honor en un buen txoko de la tierra.

El viernes decido que parece conveniente rendir una visita a la feria de las rebajas que Gasteiz On monta en el Iradier Arena de nuestros pecados acústicos. No hay modo de quitarse de la cabeza la imagen de Lamar. Reviso los tendidos desde el albero de asfalto y me vislumbro espectador de un partido en el que Odom rebotea, bota y pasa como líder de una coreografía hermosa. Acudo al puesto de información donde respondo a una breve encuesta relacionada con el certamen de los saldos (en el mejor sentido de la palabra). Y me sorprendo que no cuestionen al personal por su parecer sobre la llegada del neoyorquino. ¿Eso es todo?, pensé. Pues vaya. Yo que pensaba encontrarme alguna referencia al doble campeón de la NBA y mejor sexto hombre en 2011. Bueno, pues ya que no me interrogan, respondo por mi cuenta y riesgo. Ongi etorri, Odom. Welcome a la ciudad que ha concitado el interés planetario por el seísmo de tu sorprendente contratación. Bienvenido, míster Lamar.