ARABA
Euskadi se ha enchufado al debate sobre la transición energética. En apenas tres años, en 2024, quiere que el 20% de su consumo proceda de fuentes limpias –ahora es el 16%– y que poco a poco, en ese puñado de megavatios al que se enganchan hogares e industrias, pinten más las renovables generadas aquí. En nuestras montañas y valles, olas, edificios… El País Vasco quiere ser más verde y menos dependiente de la energía que llega del exterior –hoy ronda el 90% de la que gastamos–, pero varios de los proyectos planteados para dar ese salto, empujado sobre todo por la energía eólica, se han estampado contra la contestación social.