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IÑAKI CERRAJERIA

La ilustración

Wally entre la multitud

 

MOBILIARIO URBANO por ÁNGEL RESA

Resulta difícil condensar el hormigueo de vestir en la grada el escudo albiazul rodeado de agua rojilla por todas partes

A Antonio Machado sus recuerdos de infancia le retrotraían a un patio de Sevilla. Uno, lejos del talento literario del poeta inmortal, rememora de aquella época centenares de partidos de fútbol jugados con portería pequeñas en el aparcamiento de la fábrica de cremalleras. Y las visitas quincenales cuasirreligiosas a Mendizorroza junto al padre entre los seis años y los dieciocho. Ese peregrinar por las distintas gradas de un campo abierto por las esquinas donde el frío del invierno sajaba las gargantas. Muchos duelos de Tercera cuando no existía la Segunda B y rivales recurrentes como los ‘calvos sotelos’ (Andorra y Puertollano), la Cultural y Deportiva Leonesa o el entonces San Andrés de la camiseta cuatribarrada. También aquel ejercicio de los Basauri, Morgado, Señor y Valdano que nos hizo salivar con un retorno que siempre me parecía imposible a Primera. Hasta que en plena cuesta abajo albiazul llegó Osasuna, nos metió dos (Echeverría y Martín) y entendimos que los sueños se nutren de pesadillas.

Mi último encuentro como espectador visitante no data de la época de Recesvinto, pero casi. Lie a un amigo para ver en El Sardinero un duelo grande en una división (la de bronce) poco correspondiente a dos clubes con raigambre y solera. Al repostar gasolina nada más salir de Vitoria olvidé cerrar el depósito y aquel coche modesto y duro que consumía poco más que un mechero derramó combustible en cada curva. Así lo indicaba el descenso acelerado de la aguja del nivel. Pero empatamos con el Rácing y el derroche de crudo ya no nos generó tanta zozobra durante el regreso en la noche cerrada. Experimenté aquella sensación diferente que emerge desde las vísceras cuando apoyas a tu equipo rodeado de seguidores que pretenden lo contrario. Realmente no fue el último partido como aficionado del Deportivo Alavés fuera de casa. Años más tarde me conmovió el vértigo de las tribunas inmensas que componen el estadio de Dortmund. Pero se trata de otra historia, una de esas que justifican el apelativo de Glorioso.

Escribo de remembranzas futbolísticas porque, ayer para ustedes, presencié en El Sadar el duelo del equipo albiazul frente a Osasuna. Mi mejor amigo se ha relacionado con el fútbol de un modo idéntico al mío. Él también acompañaba a su padre en fines de semana alternos para apoyar la causa rojilla. Ya hace doce años que el papá sacó localidad de palco en la tribuna donde habitan los difuntos y Roberto –juntaletras como servidor- le escribió un texto tierno en el mejor sentido de la palabra. Junto al féretro le hablaba de un triunfo navarro ante el Real Madrid esa misma tarde y notó el guiño ocular de un cuerpo inerte. Como no podía ocurrir de otra manera, tal relato ha ganado el premio de la Fundación Osasuna y en sanfermines decidimos que consumiríamos las dos entradas para un partido de Liga la tarde en que su club se enfrentase al bravo equipo albiazul.

Esta semana he vuelto a notar la emoción del chiquillo que asistía al templo familiar de  Mendizorroza. He dudado entre vestir la camiseta retro de nuestras bandas verticales, la de la final europea con la franja horizontal amarilla o un más discreto polo azul, eso sí, rematado por nuestro escudo diferencial. Ayer opté por este último, no tan ‘cantoso’ en medio de una tribuna repleta de incondicionales rojillos. La albiazul me dejaría a los ojos del estadio como presa fácil de la vieja búsqueda de Wally entre la multitud. La que portamos en la final contra el Liverpool requiere una explicación y dudo que el hormigueo me dejase articular un argumento comprensible que englobara el 4-5, la prórroga y el maldito gol de oro fétido. La víspera del duelo al sol me ‘guasapeé’ con Roberto. “Escribiré antes de viajar”. Su respuesta. “Bien. El resultado es lo de menos”. Seguro que lo musitó con la misma boca pequeña que angostos fueron mis ojos al leer el mensaje. Dentro de la absoluta camaradería no se lo cree ni él. Ni yo tampoco, claro está.

La actualidad en una sonrisa. Por Iñaki Cerrajería

Sobre el autor

La intención de este blog es recopilar mi trabajo diario en las páginas de EL CORREO. Caricaturas de escritores y otros personajes, las elecciones vascas con humor, páginas especiales, planas sobre fiestas de Vitoria-Gasteiz, San Prudencio, San Juan del Monte,... El fútbol con las jornadas del Deportivo Alavés, recreaciones de juicios, las ilustraciones para artículos y por supuesto, las tiras diarias de las ediciones de Álava y los domingos de Bizkaia y Miranda de Ebro. Desde todos estos espacios podéis acceder a las noticias, datos adjuntos y participar de forma activa añadiendo vuestros comentarios e ideas. Asimismo, encontrareis en las secciones del blog distintos trabajos que han sido publicados en años anteriores y que poco a poco voy añadiendo. Espero que sonriáis un poco navegando en este espacio.

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