MOBILIARIO URBANO por ÁNGEL RESA
Ardoaraba nos saca a las calles, aunque sea para reunirnos dentro de carpas que promocionan el fruto de la vid
De aquella canción popular que oíamos desde niños hasta Ardoaraba hay un paso lógico. Recuerdan aquellas notas distorsionadas por la sobremesa, pura exaltación de la amistad después de haber regado los alimentos. “Y a quien no le gusta el vino es un animal”, clamaban los comensales con los brazos sobre los hombros de los compañeros a la manera de los fornidos delanteros en la melée de rugby. Aquello propiciaba la cantera y de esos lingotazos vienen estos tragos. Hubo un tiempo en el que la feria del néctar alavés por excelencia pidió hueco para instalarse cómodamente sobre el puente de diciembre. Las primeras ediciones se resolvieron con un éxito popular irrebatible. Después desapareció la cita en esta ciudad que mira con recelo cualquier iniciativa, incluso las que funcionan. Hasta recuperarla ya el año pasado y firmar su continuidad estos días.
Quizá los hosteleros sí guardaban razones para interpretar como competencia desleal las ayudas públicas a Ardoaraba. La muestra que promociona los caldos nacidos en ese mar de viñedos al sur de la provincia disponía de dinero público, mientras los bares se nutrían de consumos privados. Pero tal vez por la imposibilidad de levantar puertas en el campo se han ido uniendo a la propuesta los establecimientos. A las 33 bodegas que ofrecen tintos, blancos y txakoli de la tierra se suman 67 bares y 31 restaurantes que aprovechan el tirón de la feria. Los tecnócratas de los lenguajes imposibles definirían el gesto como “aprovechamiento de sinergias”.
En este territorio histórico festejamos a San Prudencio como patrono, pero bien podríamos dedicarle tributo a Baco. Dicen que las nuevas generaciones han apartado el cáliz del vino de entre sus gustos líquidos, pero las tradiciones son tercas y hacen falta años para eliminarlas del imaginario colectivo con la técnica retocadora del ‘photoshop’. Por aquí, los cultivos mandan, tenemos muy en cuenta el fruto de la vid y del trabajo humano que ahora escasea. Y recalcamos con orgullo el apellido Alavesa cuando se nombra a Rioja. Ya saben, esos signos distintivos que nos arman de importancia. Visitando el viernes una de las cuatro carpas –enológicas, que no circenses- debemos reconocer el triunfo de Ardoaraba
La feria nos saca a las calles y solo por revisitar la Plaza del Machete ya merece la pena ajustarse los guantes en las manos y la bufanda al cuello. Contribuye a fomentar las vertientes sociales que guardamos dentro y si ayuda a atraer forasteros, como se les conocía hace tiempo, pues mejor. Ignoro si los visitantes arden en deseos de venir a Araba, pero acontecimientos de este tipo venden la ‘marca’, según el modismo que reduce las bondades a la oportunidad de hacer comercio. Sabemos de nuestro deporte autóctono, que consiste en tener colgada la queja de las comisuras de los labios. Cuando se celebraba, mal. Cuando dejó de programarse, también. Ahora, si anunciaran esta fiesta bodeguera en otro sitio diríamos que olé sus racimos de uva.
Anteayer, en esa vía peatonal que engarza la Avenida de Gasteiz con la calle Sancho el Sabio ligaban la temperatura agradable dentro de la carpa con el calor humano. El vino –ya saben, moderadamente- siempre ha ejercido de néctar conciliador y la muestra juntó a grupos de personas que habían quedado con encuentros tan inesperados como agradables. Es cierto que en el exterior reinaba el frío de este recio clima que nos gastamos. Apenas movimientos al aire libre porque el gentío se arremolinaba en tornos a los mostradores cartesianamente calculados o en círculos concéntricos que dificultan el tránsito a la vez que procuran sensaciones de unión. Nos faltó enlazarnos por los hombros con camisetas a rayas horizontales y recordar la melodía que reprocha a quienes no aprecian el fruto de la vid. Vaya por delante el respeto debido a los animales y a sus activos defensores, que en esta era de corrección política hay que escribir con papel de fumar. Y esperen que no nos obliguen a alterar las letras de las canciones. Salud.